Típico, tópico, trópico, distrófico… qué se yo. Llámalo como quieras. El caso es que lo que vamos a decir ahora mismo va a ser una de esas frases con las que dirás “venga, sí, topicazo al canto, seguro que no es para tanto”. Pero nos da lo mismo que te suene a una frase hecha: porque la clave -y lo cierto- es que éste es un excelente disco para dar el tan deseado pistoletazo de salida a la estación más esperada del año, el verano –aunque su salida a la venta se produzca a falta de un mes para el mismo-. De hecho, es el mejor que nos hemos topado hasta el momento, con el permiso del “Dirty Rice” de
Mad Caddies. Porque
Masked Intruder , esa especie de supergrupo que sigue conservando sus identidades en el anonimato que la rumorología –y los oídos más avezados- les permite, han logrado parir un LP que, continuando con la línea que abrieron en su primer disco, inciden en su empeño de ofrecer melodías frescas, coreables y de un carácter abiertamente optimista; que para amargarnos la existencia ya están otros, deben pensar. Y adivina qué… lo clavan.
Lo mejor de todo es que, basándose en la receta que les dio ese nivel de reconocimiento –relativo- en la escena punkrocker, han logrado crear un disco que suena más grande, más abierto, más expansivo en términos de sonoridad. Mejor producido, sería la definición; tarea llevada a cabo, en parte, por Matt Allison, de los Atlas Estudios de Chicago, donde han grabado bandas de la talla de
Alkaline Trio ,
The Lawrence Arms o
The Menzingers. Pero su punto fuerte, a poco que hayas prestado atención a su primer LP y a los adelantos ofrecidos de este álbum, es la capacidad que han demostrado tener para la creación de melodías redondas, bien definidas, con un toque muy personal y a la altura de las mejores bandas de punkpop, jugando en la misma liga y mirándoles de frente y a los ojos; dejando muy atrás a otros que, siendo muy inferiores en el resultado, osan compararse a ellos. La temática de las canciones es algo que no ha variado, pero es tan real y común a cualquier ser humano –y sobre todo, tratada con tanta naturalidad y frescura-, que el mero hecho de sentirse, en cierto modo, identificado con algunas de ellas, hace que el proceso de enganche sea todavía más rápido: corazones rotos, promesas incumplidas, salidas, entradas y recomienzos. ¿Te suena? Seguro. ¿Lo mejor? Tener la capacidad de canalizarlo del modo en que estos cuatro enmascarados saben hacerlo: a través de canciones y melodías del punkpop más genuino, directo y fresco que puedas echarte a la cara en los últimos años.
Estilísticamente van a traerte a la mente a bandas como
Weezer , en temas del estilo de “Weirdo”, pero también a grupos como
Screeching Weasel y los
Green Day del “Nimrod”. Bueno, es que en parte comparten un punto de vista similar en el enfoque de algunos de sus temas, pero todo ello sin perder un ápice de su personalidad ni caer en la repetición o copia de fórmulas. Algo que, en nuestra opinión, se nos antoja complicado en los tiempos que vivimos (bien por decisión propia de la banda, o bien por imposición de la propia industria). Así, a lo largo del LP, han dejado bien claro que sus intereses, al margen del punkpop, van mucho más allá, abarcando géneros como el doo woop y el rock ‘n’ roll, a través de determinados guiños que llevan a cabo en “The Most Beautiful Girl”, o el enfoque melódico de “You’re The One To Blame”, temas que evocan, a los que nos encontramos en el rango de edad comprendido entre los veintitantos y los treinta y pocos, a aquella entrañable película titulada “The Wonders” (“That Thing You Do” en USA). En definitiva,
Masked Intruder y “M.I.” son otra de esas propuestas que sin la necesidad de sonar grandilocuentes, logran ganarse un huequecito en el corazón de aquellos que, por curiosidad, empatía o gusto, deciden aproximarse a sus canciones. Una de esas joyas que permanecen ahí, con cierta discreción, pero mostrando un potencial brutal, que acaba arrojando un planteamiento muy bien ejecutado. Una de esas pequeñas maravillas con las que te topas de cuando en cuando. Indispensables.