Cuando
Nirvana publicó su primer disco, pocos podrían llegar a imaginar el éxito que iban a cosechar apenas un par de años después, tras la publicación de “Nevermind”. Quizá el sello Sub-Pop, que por entonces decidió editar este primer disco, viese algo en el trío de Seattle, hecho que les llevase a editar “Bleach”; o quizá esa decisión sólo se debió a la efervescencia propia de un estilo que, sin duda, se estaba extendiendo como la espuma, y cuya demanda cabía satisfacer. Sea como fuere, para muchos éste es el único disco verdaderamente grunge de
Nirvana , algo que, a ojos de otros tantos, suena un tanto exagerado; ya que obviar el poderío de “In Utero” en ese sentido, suena, cuando menos, imprudente. No obstante, cabe señalar que “Bleach” no fue editado en CD hasta 1992, tras el éxito masivo de “Nevermind”, lo cual nos hace sospechar que, si no hubiese sido por ese hecho, es muy probable que “Bleach” – y por extensión,
Nirvana -, hubiese permanecido en ese limbo al que van a parar los álbumes de grupos que pasan sin pena ni gloria, más por desconocimiento que por otra cosa.
¿Qué supone, pues, este disco en la carrera de una banda como
Nirvana? Pues aunque parezca una obviedad, se trata, precisamente, de eso: el primer disco. Es decir, un álbum que, ni es la perfección del sonido del grupo, como muchos se empeñan en asegurar; ni es una bazofia infumable, ruidosa y sin consistencia, como aseguran otros. Porque visto en perspectiva, “Bleach” adolece de lo que suelen adolecer los primeros discos de casi el 90% de las bandas: carecer de la diversidad mínima que, aun respetando el hilo argumental estilístico, dote de la suficiente dinámica al conjunto. No obstante, también exhibe las mismas virtudes que exhiben los primeros LPs de cualquier grupo: la inmediatez, la frescura y la naturalidad. La sensación de haber parido un artefacto sin demasiados miramientos, sin pensarlo y sin censura, del modo más crudo que uno se pueda imaginar, algo que refleje la identidad y esencia más primitiva del grupo; y con la celeridad que requiere tener un primer material discográfico en el currículum, que facilite el hecho de darse a conocer y poder salir de gira de un modo más o menos eficiente. Eso es “Bleach”: enfado, rabia, distorsión y los primeros atisbos de lo que iba a venir un par de años después. ¿Quién no es capaz de imaginar “About A Girl” bajo la producción de Butch Vig e incluída en “Nevermind”? ¿Quién no es capaz de ver que, en composiciones como esa, Cobain estaba filtrando la influencia del rock ‘n’ roll más clásico que había mamado de bandas como los Beatles, y que acabaría reflejando en temas posteriores? Existen, no obstante, otras composiciones que pasarían a convertirse en clásicos del repertorio del grupo en directo. Cortes como “School” o “Blew” muestran, de un modo muy tímido, algo similar a lo que la banda muestra con “About A Girl”; y temas como “Paper Cuts” o “Negative Creep”, sugieren ideas interesantes que, de nuevo, obtendrían su expansión y perfeccionamiento en sus dos discos posteriores. ¿No recuperan canciones como “Radio Friendly Unit Shifter”, aparecida en "In Utero", ese espíritu de rabia, velocidad e inmediatez, por poner un ejemplo?
Y por si todo esto no fuese poco, existe el debate acerca de si
Nirvana , por aquél entonces, era más una banda de punkrock que de grunge; especialmente en un momento histórico en el que un concepto como ese aún se estaba gestando. Etiquetas al margen, parece obvio que el grupo bebió de bandas como
Black Flag o The Wipers, exponentes de un tipo de sonido muy concreto que, efectivamente, se intuye con claridad en esta entrega y que, al fin y al cabo, comulga con el mismo modo de proceder de la banda liderada por Cobain: un tipo de planteamiento que responde más a una necesidad vital -movida por unas circunstancias socioculturales muy concretas-, que a la resolución de determinada propuesta estética. Y en ese sentido, parece que “Bleach” es un perfecto producto de su época. Un LP que captura un momento, un lugar y una escena muy concreta. Una fotografía de su tiempo.