Recientemente tuvimos ocasión de charlar con
Hugh Morrison , frontman de la banda
Murder The Stout , un grupo que, como ya comentamos en su respectiva reseña, se dedica a cultivar ese género llamado ‘celtic punk’, aunque desde un prisma mucho más próximo al folk y a lo acústico que bandas como, por ejemplo,
Flogging Molly o
Dropkick Murphys. Así pues, su frontman decidió hablarnos de su proyecto en solitario y de su último LP, “Scothland Is Free”, un álbum que, bajo un título francamente polémico, captura la esencia de la historia pasada, presente y futura de Escocia. Vaya, que con la proximidad de un referéndum en dicho país ete mismo año, la cosa promete, al menos en lo que a conversaciones de bar se refiere.
Y lo cierto es que, controversias aparte, el disco recoge composiciones propias del propio Morrison, además de algunos clásicos del folk escocés, pero traídos al presente a través de la reinterpretación que de ellos ha hecho el músico. Y por si esto no fuese poco, el proyecto cuenta con la colaboración de miembros de bandas como
Street Dogs , FM359 y los propios
Murder The Stout. Y precisamente eso, el hecho de recuperar viejos clásicos del folk celta, es lo que nos parece más interesante de todo. Está muy bien cultivar el folk y recuperar la tradición a través de nuevas composiciones y temas propios empapados de multitud de influencias, pero a veces es necesario revisar los originales para recordar, o mostrar a los recién iniciados, de dónde se viene exactamente, echando un vistazo a la fuente y raíz original de este tipo de sonidos y comprender, así, porque ha evolucionado del modo que lo ha hecho, aprendiendo de paso, el por qué suena como suena y trata los temas que trata.
Es interesante porque, a la postre, de lo que te acabas dando cuenta es de que la mayoría de músicas tradicionales del mundo, tienen muchos puntos en común. Quizá no tanto en el estilo –aunque hay que estar atentos a las influencias mutuas entre folklores provocadas por el comercio de esclavos y la exportación ‘involuntaria’ de sonidos y músicas- sino más bien en la temática y trasfondo de todo ello. Porque si hay algo que recupera a la perfección este LP, al margen de la tradición musical celta, y su revisión en pleno siglo XXI, es recordar el porqué y el cómo aparecieron este tipo de canciones y temáticas, recordando las dificultades, penas y alegrías de los antepasados que las compusieron.
En cierto modo, y dejando a un lado nacionalismos y radicalizaciones, es un ejercicio muy sano de recuperación de la identidad de un grupo humano, de una tradición ancestral y de una identidad que, del mismo modo que ocurre en el caso de otras zonas geográficas, se está diluyendo a pasos agigantados en medio de una vorágine evolutiva que promete acabar con cualquier atisbo de tradición sociocultural. Y que haya músicos y artistas preocupados por recuperar y mantener el acervo popular, es algo que, además de encantarnos, nos parece el mejor modo de preservar la cada vez más escasa riqueza musical que nos envuelve y, en cierto modo, demuestra que hay vida más allá de los circuitos más comerciales; porque, al fin y al cabo, lo más interesante no está siendo transmitido en los ‘mass media’.