Por desgracia, nos da la sensación de que podemos realizar una predicción nada justa con respecto a este LP, y es probable que no nos equivoquemos. Éste va a ser otro de esos discazos que pasarán con más pena que gloria tras su publicación. Algo incomprensible, pero ya sabemos cómo está el patio: podrido. Vale, pongámonos en situación. ¿Recuerdas a
Rufio? Como para no hacerlo, ¿verdad? Bien, pues Scott Sellers y Taylor Albaugh, ante el estatismo evidente de la banda, decidieron emprender un nuevo proyecto llamado
Mercy Street –quizá por preservar el legado de
Rufio , y por no querer alterar más veces la formación del grupo-. Y lejos de lo que algunos pudieran imaginar, no: no se trata de una banda con la que desarrollar otras inquietudes.
Mercy Street podrían llamarse
Rufio 2. O mejor dicho, “Let Me Live”, que así se titula su disco debut, bien podría haber sido el nuevo trabajo discográfico de
Rufio. Sin problemas. Y además, hubiese sido un retorno de la banda a lo grande, glorioso e inmaculado.
Porque, en esencia,
Mercy Street recupera lo mejor de los viejos
Rufio , manteniendo todo el componente melódico que el grupo exhibió en “Anybody Out There”, pero todo ello desde un punto de enfoque sensiblemente más maduro, como podrás comprobar en cortes como “Guilty Conscience”. Ya desde el comienzo, con temas como “Building Tolerance”, “Caught By The Wind” o, más adelante, en “The Grey”, vas a percibir que las vibraciones se sienten como el reencuentro con un viejo amigo. ‘A mí esto me suena, yo conozco este sonido. ¿Este que canta no es…?’. Sí, en efecto, así es; y es la impresión que vas a tener durante todo el LP. Sigue sorprendiendo la sensibilidad melódica de Sellers, de la que hace gala en canciones como “Fall In Line”. Lo de este hombre a la hora de componer melodías y armonías es un don al alcance de muy pocos. Una cualidad que debería estar envidiando el resto de bandas de melódico, punkpop y pop rock. Da la sensación de que como compositor, podría tocar los palos que le diese la gana, sin despeinarse, y desplegando todo ese potencial sin ningún problema.
Llama la atención cómo hacia la mitad del disco, la banda recupera el sonido más punkrockero, con secciones rítmicas trepidantes y vertiginosas. Y es que, como suele decirse, al final, la cabra tira al monte. Y aunque Scott se haya permitido alguna licencia más resposada en algunos temas del disco, no duda ni un ápice en desatar la velocidad de antaño en canciones como “Say Nothing” o “Don’t Tell The Truth”, entre otras.
En definitiva, estamos ante una sorpresa. Por inesperada, sobre todo, y por la cautela con la que ha sido llevada a cabo. Quizá sea porque sus miembros no aspiren a mucho más de lo que han realizado hasta ahora, conscientes de la situación actual del panorama musical; o quizá por sencillez y modestia, pero sea como fuere, “Let Me Live” debería ser un disco muy a tener en cuenta en las listas de final de año, como uno de los mejores LPs de punkrock y hardcore melódico del momento.