En la era de la inmediatez y los perfiles facilitados antes del “cuerpo a cuerpo”, encontramos un énfasis a veces obsesivo hacia a la etiqueta o la unidad más inocua. Siendo igual de legítimo el purismo como el “mainstream” en lo artístico, el público juega un papel igual de importante tanto en su rol como “target” como en el de “feedback”. Evidentemente, la música es mucho más que lo estrictamente económico -si no, apaga y vámonos- . Incluso puede dar lugar a algo más cultural -y más cerca del disco que nos ocupa-, resultando una comunidad de grupos y aficionados derivados de una influencia que ha sabido instaurarla lejos de acaparar lo mediático. En este aspecto, el caso de
Hot Water Music es digno de tratar: una escuela entre el punk rock y el hardcore de canto melódico que, en lo que duró el largo hiato que realizó la banda de
Chuck Ragan , proliferó una hornada de bandas del calibre de
Title Fight ,
Polar Bear Club ,
I am the Avalanche o, en este caso,
Make Do and Mend. Solo hace falta darse una vuelta por la red -o tener la suerte de verles en directo- para palpar la influencia descrita, así como la militancia de un público bien asentado.
Esta larga introducción da idea de qué encontraremos en el segundo LP de los de Boston: sinuosas y dulces melodías, caminando gracias a un musculoso cuerpo instrumental, dando puñetazos al suelo como sólo el post hardcore -más lento, más penetrante- sabe hacer. Pero, ¿qué nos trae “Everything you Ever Loved” respecto a su disco debut? Volvamos al prólogo: va del purismo íntimo al grito que reclama atención. No cabe duda de que este disco gustaría a una alta proporción de amantes del rock sin más preguntas. Sobre todo, por un –quizás- accidental encuentro con un recurso muy concreto: las baladas de “Everything you Ever Loved”. Por supuesto, la voz rasgada de James Carroll -que da una sensación frondosa, de espesura, dejando pasar los momentos de luz cuando se le antoja-, juega con el equilibrio entre la oscuridad y la rabia, impidiendo que el álbum caiga en el encasillamiento de un sólo estado de ánimo. Pero todas las piezas instrumentales ganan un plus de inspiración en este tercio, aunque haya lugar también para algún que otro recurso previsible en las partes más veloces. Así, “Dissassemble”, el tema de los –digamos- más agresivos y vibrantes, es como la carrera impaciente antes sentarnos para hacernos “sufrir” de emoción con las canciones más relajadas. Una introspección otorgada por estos temas más pausados, como es el amargo abrazo del sorprendente punteado de “Drown in it”, que no traiciona, avisando del riff que avecina un torrente de adrenalina importante. Los trenzados acordes de “Royal” -que parecen como emocionados y ansiosos- por otro lado, parecen afectados por el estruendo vocal que Carroll desarrolla después. “St Anne” está narrada, mediante encanto y cercanía, de una manera que acompaña hasta una suerte de canción hermana, afectada y anhelosa, que espera en el cierre de “Desert Lily”, con un estribillo brillante, el cual parece crear el guitarreo final con el simple movimiento del aire.
De esta manera, “Everything You ever Loved” se convierte en un LP luminoso, con paradas entre canciones que funcionan de maravilla, escuchados tanto del tirón como seleccionados a cada momento. Acierta a la hora de hacernos sentir tal como queramos en determinados momentos. Efectivo, sencillo y humilde, escapando de ser acreedor de una causa musical concreta con nombre propio. Forma parte de esa familia que conforma una palabra inglesa que adolece de cierto sentido peyorativo, el “mainstream”. Peyorativa, seguramente, para los que les guste proclamar cierto género musical como la causa de unos elegidos. Aunque, como continuación del sólido debut “End Measure Lived”, resulta más “académico”, quizá más sólido, más asertivo.