No podemos estar más de acuerdo con el texto que reza la nota de prensa oficial del nuevo disco de Bullitt. Porque coincidimos, básicamente, en un aspecto: no hay mejor ejercicio para celebrar la existencia de un grupo que la publicación de un nuevo disco; y todavía es mejor si se trata de nuevo material discográfico. Nada de ejercicios de nostalgia y revisionismo en forma de recopilatorio, no. Mejor un nuevo y fresco álbum con el que lanzarse, de nuevo, a devorar kilómetros y escenarios; celebrando aquello para lo que, se supone, existe una banda: crear música y tocarla en directo. Y este es el preciso instante en el que se encuentran Bullitt actualmente: cumpliendo 10 años como grupo y celebrándolo, por todo lo alto, con la publicación de “Sparks”, su nuevo trabajo discográfico.
Y en este caso, como en el caso de bandas como G.A.S. Drummers, Berri Txarrak o grupos similares, se siente como el regreso a casa de un viejo amigo. El retorno de Bullitt con un nuevo LP supone, siempre, el seguro de saber que lo que vas a escuchar no va a defraudarte. Sí, es muy cierto que el grupo puede transitar más por el centro, o más hacia los bordes del camino -dependiendo de discos y canciones-, pero en esencia, ese camino lleva al mismo lugar: rock en estado puro. De esta forma, “Sparks” vuelve a entregarnos temas de marcada tendencia melódica, pero con una deliberada y natural contundencia en el conjunto. No hablamos aquí de contundencia en la distorsión, sino de colchón, de tejido y de texturas que casi conforman un “Wall of Sound” guitarrero. Y tiene toda la lógica del mundo, porque desde que publicasen “Squared Wheels” en 2009, esta característica ha sido la marca de la casa. De esta forma, en su fluir, “Sparks” vuelve a regodearse en los ecos a
Foo Fighters , especialmente en canciones como “Standing In The Circle”, cuyas dinámicas van a traerte a la mente el trabajo más reciente de Grohl y los suyos -aunque, dicho sea de paso, cada vez suenan más lejanas-. Dicho de otro modo, Bullitt suenan muy personales, y logran facturar un pop-rock melódico –como puedes observar en "Friendship Never Ends” o “Turn My Egine Down”- que se resiste a dejar atrás la influencia punkrocker de su pasado, como vas a apreciar en “Sister” o “I Don’t Care”. No obstante, también hay temas, como el caso de “On The Edge”, que ahondan en la melancolía, en los recuerdos y en los ecos que permanecen en la memoria. No sabemos bien hacia dónde apuntan exactamente, pero lo hacen. Y te impregna la sensación de haber escuchado esa canción antes, como si hubieses crecido con ella, como si hubiese estado ahí siempre.
Finalmente, la banda da cierre al disco con una balada descomunal: “Slow Fall”. Un tema que progresa lenta pero decididamente, derrochando ‘feel’ del modo que sólo Bullitt saben hacerlo –recordemos temas como, por ejemplo, “Countryclub”…-. Volvemos aquí a los colchones de guitarra, sutiles esta vez, pero decididos en mantener una tensión melódica y melancólica que va horadándote compás a compás. Un broche elegante para cerrar un álbum como “Sparks”
Es cierto que, al menos a nosotros, no nos ha resultado un disco tan pegadizo de buenas a primeras como sí lo fueron “Love Or Die” y “So Many Ways” –que mostraba un nivel de trabajo en los arreglos brutal-, pero también es cierto que no necesita muchas vueltas para calarte bien hondo. Bullitt, quizá, te piden un poco más de atención esta vez, pero convencen por sí mismos. Y “Sparks” es un LP que crece con cada escucha, porque aunque la banda pueda permitirse el lujo de divagar en lo musical, saben perfectamente qué teclas tocar, cuándo y cómo tocarlas; para acabar despertando en ti las mismas sensaciones que llevan despertando desde hace 10 años.
Y por muchos más.