Quizá sea momento de reconocer algo que viene dándose desde hace ya algunos años. El punk-pop fue la excusa de muchas bandas para adentrarse en una escena que, finalmente, les abriese las puertas al pop-rock más comercial. Un especie de trampolín o puerta giratoria que se nutre de la ambigüedad y heterogeneidad de un género que, ya a principios de los años 2000, mostraba evidentes signos de comercialización; hecho que propició la aparición de bandas como Forever The Sickest Kids -entre otras-, de esas que, simplemente, pasan a engrosar una especie de montón del que sólo te acuerdas cuando escuchas uno de sus temas en alguna recopilación o lista aleatoria de reproducción. Ahora bien, que esto sea algo positivo o negativo responde a una argumentación que, más allá de opiniones y gustos personales, no tiene cabida en esta reseña –ni lo pretende-.
Y muy probablemente la pregunta que te haya surgido tras haber leído las líneas anteriores sea similar a ‘¿estáis queriendo decir que
All Time Low forman parte de ese tipo de grupos?’. Pues bien, la respuesta corta es un ‘sí’; aunque la respuesta larga es un ‘no, pero…’. Porque a estas alturas, a nadie se le escapa que
All Time Low intentaron subirse a ese carro cuando publicaron “Dirty Work”. De ahí el ‘sí’. Pero también es cierto que, de algún modo, el grupo se dio cuenta del enorme error que ello supuso –manifestado en una pérdida masiva de fans y la cosecha de críticas negativas-, y fue capaz de ver el tipo de terreno en el que podría haber llegado a adentrarse de haber continuado por esa senda. Lo que viene siendo ‘ver las orejas al lobo’. Así que, en cierto sentido, mostraron una evidente intención de reconstruirse y recuperar la pista de un camino que no se les escapó de milagro. El primer paso fue abandonar la multinacional e instalarse en Hopeless Records, sello que les propició el espacio y la atmósfera necesaria para poder reencontrarse a sí mismos. El resultado de aquél proceso, como ya sabéis, dio como primer fruto “Don’t Panic”, un disco que aunque trataba de reencontrar su esencia punkpop -aquella que dejaron en “Nothing Personal”-, sonaba algo forzado. Pero la banda siguió en su propio proceso de reconfiguración y, en esta ocasión, han publicado “Future Hearts”; un disco con el que, aunque se alejan definitivamente del punkpop que les vio nacer, consiguen asentarse en un terreno que, sin arriesgar nada en lo estilístico, encuentra en el pop-rock un punto medio en el que la pretensión final no es sumarse a un carro de éxito efervescente, sino recrearse en la melodía y en las canciones. Huir del pastiche para preocuparse, única y exclusivamente, de componer canciones pulidas, de fácil escucha y pegadizas.
Puede ocurrir que el resultado no te parezca interesante. Es más, a nosotros no nos ha sorprendido demasiado; pero también es cierto que hemos comprendido la intención de la banda, con lo cual es más fácil valorar el esfuerzo que están poniendo en recuperarse del varapalo que se llevaron en Interscope Records con “Dirty Work”. Dan muestras de haber aprendido la lección pero, sobre todo, de haber encontrado un terreno en el cual se sienten cómodos y en el que, con total honestidad, parecen querer asentarse por el momento, sin necesidad de forzarse a nada; porque no le deben nada a nadie, salvo a sí mismos. Y eso es algo que se nota y que acaba repercutiendo en las canciones. Algo que puede apreciarse en “Kids In The Dark” o “Satellite”; temas que sí, suenan a pop, pero sin rechinar como nos rechinaron en otras ocasiones, y que vuelven a recuperar el talento melódico de antaño, como podrás comprobar en “Runaways”, “Don’t You Go”, “Tidal Waves” o “Missing You”, canción esta última que huele exageradamente a single.
Listos para reconquistar las emisoras de radio más comerciales, pero reencontrándose a sí mismos al mismo tiempo,
All Time Low logran escapan de la sombra del pasado aprendiendo de los errores. Bien hecho.