I Am Live in Everything I Touch es ya el octavo álbum de
Silverstein , primero bajo los dominios de la discográfica Rise Records. Es relevante destacarlo porque parecía que Hopeless era un lugar cómodo para ellos y en su seno habían encontrado un sonido muy consistente con tres discos de calidad irreprochable, por lo que antes de la publicación de este trabajo ya existían voces discordantes que temían una orientación más comercial o un bajón de calidad. De ahí quizás venga el cambio, de querer demostrar que no son una banda acomodada y que pueden seguir creciendo al margen de la casa que los acoja.
Y no se puede decir que no lo hayan conseguido, ya que canciones como “A Midwestern State Of Emergency” o “Heaven, Hell and Purgatory” pisan sobre seguro con la que siempre ha sido su mayor virtud: la habilidad para combinar elementos pesados anclados en el hardcore con melodías tremendamente pop y unas letras muy personales a cargo de un Shane Told como siempre muy expresivo. El disco se compone de cuatro secciones: Borealis, Austeralis, Zephyrus y Eurus; representando Norte, Sur, Oeste y Este respectivamente y, en concreto, haciendo referencia a cuatro ciudades diferentes en cada bloque de tres temas. Por tanto, volvemos a recuperar la idea de álbum conceptual, algo nada nuevo para
Silverstein.
Musicalmente la idea está muy bien ejecutada, con muchos de esos estribillos tan pegadizos a los que ya nos tiene acostumbrados
Silverstein y la capacidad de pasar del post-hardcore furioso de “Buried at Sea” a un tema tan suave y melancólico como “Late on 6th” y de nuevo a otro mucho más agresivo como “Milestone” (donde además se nota más el poso de esas influencias punk rock que nunca han ocultado) sin despeinarse. Los elementos están perfectamente integrados, tanto en el tono general de ese estilo propio que
Silverstein ha ido puliendo con los años, como en la idea conceptual que subyace y que ya hemos explicado. Puede que alguna canción como “Desert Nights” no pegue tan fuerte (es más simplona y popera), pero rodeada de otras como “The Continual Condition”, “In The Dark” o “Je Me Souviens” poco importa, engalanadas con riffs potentes de esos que todavía te persiguen rato después de que termine la canción.
Lo mejor de todos estos años es que, a pesar de que
Silverstein ha ido evolucionando su propuesta levemente e incluso inclinándose por el camino hacia posiciones un pelín más comerciales, no han perdido lo que les define. Nunca han querido imitar a otros grupos y se han centrado en seguir modelando su sonido. Pocas bandas nacidas al calor de los años gloriosos del post-hardcore y la moda emo han sobrevivido al hundimiento del género en las listas de éxitos. Se me ocurre que
Silverstein. .. y pocos más. I Am Alive In Everything I Touch es una nueva demostración de fuerza (sí, otra más) que ni siquiera el cambio de discográfica ha debilitado. Si han madurado tan bien, por algo será, ¿no?