Siete discos y casi veinte años de carrera son, a priori, una buena muestra de lo que podría ser la biografía de una banda. Y el caso de
Every Time I Die tiene un gancho importante dada su regularidad estilística. Todo lo que se pueda interpretar como éxito para este grupo, se nos antoja relacionado con la fidelidad hacia uno mismo. Han sabido ir a la suya, hacerse preguntas, detectar fortalezas y debilidades, y actuar en consecuencia. Darle al play a su veterano debut, además, debería desmentir todo intento de relacionarles con la eclosión y apogeo del metalcore de los últimos años.
Every Time I Die nunca engaña y, no obstante, lo que parecería una faceta cobarde y poco atractiva, dada su regularidad, se convierte en manos de Keith Buckley y compañía, en una muestra de pasión y sinceridad absoluta. A pesar de los cambios de miembros, la banda sigue funcionando como un todo desde el primer día. Es algo orgánico que se desarrolla sobre sus genes y sus propias experiencias. Y editando “From Parts Unknown”, su último disco hasta la fecha –y el que nos ocupa esta reseña-, acaban de confirmar las sospechas de que su saber hacer tiene mucho de control y artesanía, elementos propios de los maestros más experimentados. Su último LP es tan sólido, que el peso lo hace radicalmente violento y ardiente -por su raíz honesta y sin filtros-, contando con una producción que le da a la parte instrumental un plus de impacto, si cabe, con respecto a sus antecesores. La música que
Every Time I Die despliega en “From Parts Unknown” hace hincapié en la experiencia y el modo en que ésta ha de permitirnos vivir el momento; y esa huella, irremediablemente, permanece.
Este álbum da un salto de calidad respecto sus predecesores, pero sin revolucionar mucho las cosas. Es un capítulo más de su vida, el retrato del estado de ánimo y físico que esconde un evidente y rico trabajo compositivo. Aunque menos poético y menos turbio que “Ex Lives”, su anterior disco, en él,
Every Time I Die esbozan una mueca, una sonrisa amarga, narrando en primera persona las clásicas, eso sí, letras irónicas sobre las vicisitudes de la existencia, en una gestión de las técnicas acertada y calculada con mucho mérito -no tanto por la velocidad, sino por la sensación de naturalidad con que están hilvanadas-. Podría decirse aquello de que es un disco pensado para el directo, pero lo que se planta en nuestros oídos es una banda dispuesta a reventar el estudio. El grupo no entiende sus ejecuciones si no son para aprovechar el momento y llevar a cabo un ejercicio impetuoso. Energía y filosofía hardcore como argumento para ir a una sala y empaparse de sudor, dejando entrever evidentes influencias que provienen de géneros como el mathcore o el postrock, como podrás comprobar en canciones como “El Dorado”. De esta forma, el álbum se constituye, en términos sonoros, como una obra sin filtros, incluso transgresora, llena de matices, que deja clara la complejidad del ejercicio sin dejar de ser directo. Temas como “If There is Room to move, Things Move”, van a producirte la sensación de tambaleo turbulento que, como tal, centra los sentidos en la atracción que produce la sensación de movimiento. Otros temas, sin embargo, como en el caso de “Thirst”, son capaces de resumir minuto y medio la propuesta total del LP.
De este modo, tanto el trabajo de guitarras, como la producción a cargo de de Kurt Ballou (guitarrista de Converge) –cruda, cuidada, y de atmósfera concreta-, como la interpretación vocal de Buckley –que alterna partes agresivas con tramos más reposados-, conforman una mezcla que no hace más que añadir más leña al fuego de
Every Time I Die. Decir esto de una banda que casi cuenta 20 años de carrera, sería como ratificar que la experiencia es un grado, y en el caso de este grupo, la gestión de la rabia y la agresividad es algo que sigue sorprendiendo con una vitalidad y claridad de ideas impresionante. “From Parts Unknown” es un choque frontal con la indomable naturaleza de Buckley y sus colegas. Una embestida que te hace olvidar el antes y no te deja pensar en el después, que te clava en el sitio.