El caso de la banda valenciana Cuello, es un caso aparte. No sabríamos decir muy bien por qué, pero hay algo que les hace distintos a un buen puñado de propuestas que, sin alejarse demasiado de lo que ellos hacen, suenan bastante más genéricos. La referencia más empleada es el ‘posthardcore’ con altas dosis de melodía, ero no es menos cierto que su estilo bebe –y mucho- del rock alternativo de los 90 y del punkpop de la misma época. Sea como fuere, la combinación resultante es de lo más explosiva, adictiva, melódica y pegadiza. Un cockail electrizante con unos toques surrealistas y bizarros de lo más curioso.
Y “Trae Tu Cara” es ya su tercer disco de estudio, tras haber publicado álbumes como “Mi Brazo Que Te Sobre” y “Modo Eterno”, saliendo a una media de disco por año desde 2013. El ritmo es frenético, como lo es en sus canciones, como casi se nos antoja que lo debe ser en su vida diaria. Y el resultado es, al margen de etiquetas y referencias, un disco –bueno, un conjunto de discos- que plasman una visión del rock alternativo bastante refrescante. Podrán sonarte a muchas cosas, como decíamos (fíjate en “Vístelo Con Tu Éxito” y dinos si no llegan a acariciar el grunge en ese tema), pero obtienen un sonido que, al menos en la actualidad, pocos son capaces de conseguir sin morir –musicalmente hablando- en el intento. La gracia de la mezcla resultante está en el equilibrio existente entre la contundencia, la velocidad y la musicalidad. Es frecuente dejarse llevar por las revoluciones por minuto y perder el sentido musical y narrativo de las canciones, pero Cuello son capaces de mantener ese equilibrio, ofreciendo un sonido infeccioso que se manifiesta en temas como “Trae Tu Cara Y Decórala Bien”, “El Joven” o “Puré Mental Tricolor”. Así pues, con este ritmo de publicaciones, y el modo de componer y cantar, dan la impresión de estar subidos en una maquina perfectamente engrasada y engranada para ir disparando pildorazos sónicos por doquier. Y si lo piensas bien, aunque su música sea fácil de escuchar (o no, también depende del gusto), hay una constancia de trabajo que no es nada sencillo de mantener.
Merece mención especial la aproximación deliberadamente lo-fi de temas como “Aquí Tengo Tu Puente”, una canción distinta al resto del disco, en la que el grupo busca un sonido áspero, desprovisto de bajo y batería, y en la que la guitarra no dibuja más de dos acordes distintos en casi toda la canción, exceptuando un par de cambios; o también esa especie de
tweet en forma de canción titulada “Ser Total”. Una canción de 48 segundos y pocos caracteres que se antoja casi como un eco perdido de alguna idea descartada.
En resumidas cuentas, es muy probable que aquellos que les conozcan de sus discos anteriores no hayan observado demasiada evolución en el estilo o en la composición, porque no la hay y porque no es preciso que la haya. Pero para aquellos que no les hayáis oído aún, ésta es la excusa perfecta para hacerlo.