No hay duda de que algunos músicos deberían pensarse muy bien lo que dicen cuando se encuentran en plena promoción, o lanzamiento, de un nuevo trabajo discográfico. Y, sobre todo, cuando tratan de describirlo antes de que éste haya salido a la luz. Porque, el caso de Brendon Urie, diciendo que su quinto trabajo como
Panic! At The Disco es un homenaje a artistas como Frank Sinatra, es para hacérselo mirar muy a fondo. En primer lugar, porque para hablar de artistas de ese calibre, algunos, deberíamos lavarnos la boca antes; y segundo, porque llevar a cabo una afirmación de semejante calibre, implica que en algo has tenido que basarte para decir semejante cosa: o bien tu disco toma como referencia a Sinatra, o recuerda a él de forma evidente en algún momento; y aquí, ni lo uno, ni lo otro. Y, queridos amigos, tenemos la ligera sospecha de que Urie ha sido muy poco prudente al decir eso.
Si hay algo que debería haber aprendido a lo largo de sus cuatro discos previos, es que siempre es mucho mejor dejar que la música hable por sí misma, antes de intentar de establecer referencias arriesgadas. Porque mientras en álbumes como “Pretty. Odd” o “Vices & Virtues”, la banda lograba acercarse a unas cotas de creatividad realmente impresionantes, con “Death Of A Bachelor”, la cosa baja tantos escalones, que desciende hasta casi dar con los estratos más manidos del sector musical más comercial. Cómo cambia el cuento, ¿verdad? De ser comparado a los Beatles con “Pretty. Odd”, a dejarse empapar por la estridencia más absurda. Basta escuchar canciones como “Victorious” o “Emperor’s New Clothes” para darse cuenta de a qué es a lo que nos estamos refiriendo: un bloque de canciones cuya dinámica, por suerte para nuestros oídos y nuestro incipiente dolor de cabeza, es rota por “Death Of A Bachelor”, tema que da nombre al disco y que, en cierto modo, abandona la histeria vocal mostrada por Urie en los temas anteriores, y hace del tema (sin ser algo especialmente brillante), algo más escuchable.
Lo cierto, y sin querer entrar en muchos más pormenores (porque con lo comentado, queda descrito el álbum), nos sorprende sobremanera el modo en que
Panic! At The Disco pasó de ser una banda de aquél género mal llamado emo, a una especie de grupo que coqueteó con el pop sinfónico y el sunshine pop, para llegar a convertirse en un subproducto más que podría estar compitiendo, como decíamos, por las primeras posiciones del pop más manufacturado que puedas imaginar.
Es cierto, no obstante, que algo queda de todo aquello, aunque sea en dosis muy contadas y/o escasas. Cortes como “House Of Memories” y “Crazy=Genius” –con referencias en clave de humor a Mike Love y Brian Wilson, de los Beach Boys- muestran un enfoque muy interesante, un tono más oscuro y una atmósfera decadente y teatral. Un campo en el que Urie se desenvuelve maravillosamente bien –como ya demostrara en “Vices & Virtues”-, y en el que, sin duda, podría estar dándonos muchas más alegrías de las que pueda proporcionar alejándose de él. Es su decisión, es cierto, y por ello la respetamos aunque opinemos sobre ella. Pero eso sí, sería mucho más coherente si no situase sus referencias en artistas a los que, ni remotamente, se acerca –por mucho que lo intente en “Impossible Year”, porque ni parece lo más coherente, ni lo que vaya a beneficiarle a largo plazo.