No hay duda de que
The 1975 son una de las bandas con mayor cobertura mediática del panorama indie-pop actual. Uno de esos grupos de los que construyen
hype a paladas, de esos que, casi de la noche a la mañana, te encuentras en casi todos los medios alternativos que se precien. Una de esas bandas que pasan del más absoluto anonimato, a saltar a los carteles de un buen puñado de festivales de renombre; de la noche a la mañana, y sin saber muy bien cómo ni por qué. No obstante, es cierto que, en este caso, la banda de Manchester tiene un pasado, y que fue allá por 2011 cuando dieron uno de sus primeros campanazos con el lanzamiento de un single que recordaba mucho al emo de los 90, en la línea de bandas como
Jimmy Eat World , por poner un ejemplo. Aquel single se titulaba “Sex”, y por entonces, el grupo se llamaba Drive Like I Do (aunque habían manejado nombres como Talkhouse, The Slowdown, o Bigsleep), pero en una maniobra de lo más extraña, y casi de forma inmediata a la publicación de aquél single, decidieron desaparecer de la faz de la red para reaparecer un par de años más tarde como
The 1975.
De este modo, a una maniobra de aparente indecisión e inseguridad, le siguió un plan muy bien elaborado y enfocado, que vino acompañado de la publicación de un LP de debut –precedido de diversos EPs-, con el que, de forma definitiva, conquistaron el panorama indie de actualidad, y acabaron haciéndose un hueco en la sobresaturada escena festivalera con alguna que otra razón de peso. Y no sólo eso, sino que el grupo había reestructurado por completo su sonido, abandonando aquella primera encarnación, y alejándose de toda referencia que recordase al emo de los años 90. Aun así, en temas como “Sex”, y habiendo sido reelaborado con respecto a su primera versión, puede percibirse aquella primera intención, quedando esa influencia artística como un sustrato semioculto que traza una base sobre la que se incluyen el resto de elementos de más reciente incorporación. Gracias a esto, podemos disfrutar de canciones como “The City” o “Chocolate”, dos de sus temas más conocidos, que juegan a recuperar ciertos ecos de la música de los 80, tamizados por una producción actual. Así mismo, de esta simbiosis de épocas surgen canciones como “Talk!”, que exhiben un evidente colchón de programación, al tiempo que incorporan una contundente sección rítmica, con la que trazan la estructura definitiva de la composición.
Así mismo, otro de los elementos que mejor caracterizan al sonido del grupo –aunque ha sido dejado algo de lado en este álbum-, es la capacidad de la banda para crear atmósferas. Sin duda, es algo heredado del synth-pop ochentero, pero se trata de un recurso muy difícil de manejar, y ellos lo hacen con una soltura pasmosa, como podrás comprobar en cortes como “Heart Out”. En definitiva, estamos ante un disco fresco, que casi se siente como algo atemporal. Quizá
The 1975 no hayan reinventado la rueda, y quizá su aproximación ochentera no sea más que fruto de esa especie de revival que algunos artistas parecen estar abrazando (incluimos aquí a
Brandon Flowers ,
Gerard Way , etc), pero aún con todo, la banda suena fresca en su propuesta, y muy bien centrada en lo que quieren llevar a cabo (escucha la maravillosa “Robbers”). Eso, y el modo en el que integran las distintas influencias que componen su sonido ha sido, sin duda, el elemento clave que les ha llevado a estar donde están. Algo que les convierte en dignísimos portadores del estandarte de la música pop actual.