Aproximarse a una obra como “Pet Sounds” produce respeto. Especialmente cuando uno, aprovechando el 50 aniversario del disco –y con las copias correspondientes a dos ediciones distintas (una regular y otra de lujo)-, decide echar un vistazo hacia atrás y recuperar, entre otras, la versión original del mismo, la reedición del 30 y del 40 aniversario, y el cofre que Capitol Records publicó bajo el título “The Pet Sounds Sessions” en 1996. Y lo cierto es que sumergirse en “Pet Sounds” y en sus sesiones de grabación (incluso en las publicadas extraoficialmente por Sea Of Tunes), es toda una experiencia. Un viaje alucinante que pone en valor el trabajo que hicieron los músicos de la época, en un momento de la historia en la que los estudios de grabación contaban con los medios que contaban (recordemos: estamos hablando d 1966). Un viaje que pone en perspectiva a Brian Wilson como genio, el talento irrepetible de un tipo que, desde entonces, ha dejado al mundo con la sensación de que aquello era, sencillamente, algo irrepetible. De que él es alguien irrepetible.

“Pet Sounds” es uno de los álbumes más importantes de la historia popular, y considerado por muchos el mejor disco de la historia del rock –rivalizando, por ejemplo, con álbumes como “Sgt Pepper”, de los Beatles-. Es un disco que cambió, básicamente, dos cosas: el rumbo que habían seguido los Beach Boys hasta la fecha –aunque “Today!” ya fue un LP que anticipaba algunos cambios-; y el rumbo que seguiría la música popular a partir de entonces. Multitud de artistas tomaron a “Pet Sounds” como una especie de nuevo estándar, de referencia, como una nueva vía a explorar y sobre la que expandir el modo en que se trabajaba en el estudio para dar vida a las canciones. Un álbum cuya influencia se extendió no sólo entre los artistas de la época (Beatles, Zombies…), sino que ha perdurado hasta nuestros días, haciéndose más o menos evidente en músicos de todo tipo.

Así, ¿qué es lo que esta edición de 50 aniversario tiene que ofrecernos? Pues va a depender de la edición que elijas. En la versión regular con dos CDs, vas a encontrarte el álbum original en mono, en estéreo, la versión instrumental del mismo, y una serie de grabaciones en directo de aquella época. Un total de 50 temas que, para muchos, será más que suficiente. Sin embargo, en la edición de coleccionista, que también hemos podido degustar, la lista se expande a un total de 123 cortes, aunque, en realidad, sólo 3 de ellos permanecían inéditos hasta la fecha: el máster de “Good Vibrations” con voces parciales, la mezcla alternativa de “I Know There’s An Answer” y la sesión vocal de este mismo tema. Es decir, que, a excepción de esos tres temas, en ambas ediciones vamos a encontrar material que ya ha sido publicado con anterioridad en las “Pet Sounds Sessions” y en las diferentes ediciones del LP. Sí, es cierto que la masterización ha sido revisada para la ocasión, pero tampoco es que existan grandes revelaciones. Al final, el estado de las cintas originales y de los masters existentes es el que es, y no pueden hacerse demasiados milagros. (En este sentido, Steve Hoffman ya hizo una memorable remasterización en mono en 1993).

Lo que sí es interesante es poder escuchar algunos extractos de las sesiones de grabación, ya que nos ofrecen un vistazo sobre cómo fue el proceso, revelando el nivel de meticulosidad de Brian Wilson y el talento de los músicos presentes. También es interesante poder escuchar las versiones instrumentales –“You Still Believe In Me” es, sencillamente, de otro mundo-, ya que ayudan a revelar más detalles que, en las versiones regulares, quedan ocultos. Sin embargo, echamos en falta las maravillosas partes vocales aisladas del álbum. Es decir, igual que se ha incluido la versión instrumental, no acabamos de entender por qué se ha decidido dejar fuera las partes vocales aisladas, que sí fueron incluidas en “Pet Sounds Sessions”. Aún con todo, ésta es otra oportunidad para recuperar, redescubrir o descubrir un disco que, sin duda, es capaz de cambiarte desde el momento en que lo escuchas.