La palabra integridad es, probablemente, una de las más olvidadas de los últimos años, y no sólo en un aspecto concreto de nuestra existencia, sino en casi cualquier ámbito que puedas imaginar. Permanecer íntegro, o conservar la integridad es harto complejo. O quizá no tanto, quizá sea más sencillo de lo que parece y lo que ocurre es que casi siempre encontramos la excusa para perderla u olvidarnos de ella. Casi como le ocurre al concepto de dignidad, pero esa es otra historia. El caso es que, aunque pueda parecer una nimiedad, incluir una palabra así –con la idea que lleva aparejada- como parte del título de un disco, tiene bastante más peso del que pudiera parecer en un primer momento. Tampoco es cuestión de rizar mucho más el rizo, así que sólo diremos que la idea, el concepto que sugiere el vocablo ‘integridad’ a
Jimmy Eat World les viene que ni pintado.
Y es que, si por algo se caracterizan los de Arizona, es por haber mantenido a lo largo de más de 20 años un nivel de integridad y dignidad considerables. Lejos de haber intentado cambiar radicalmente de estilo, o haber intentado subirse al carro de alguna de las numerosísimas modas que han sido explotadas hasta la extenuación a lo largo de estos años,
Jimmy Eat World han permanecido fieles a un estilo muy personal de hacer las cosas. Quizá por ello, muchos consideren que han pasado sin pena ni gloria, o que puede que hayan pecado de planos; pero, en nuestra opinión, no puede haber algo más alejado de la realidad. Eso no quita que no haya habido altibajos en su carrera –que vaya si los ha habido-, pero con un poco de paciencia y ganas de escucharles, la banda va a sorprenderte con álbumes post-“Bleed American” como “Futures”, “Chase This Light” o “Damage” –quizá “Invented” quedó un poco light-.
Ahora bien, ¿en qué lugar quedaría este nuevo disco, titulado “Integrity Blues”? Bueno, sería bastante prudente decir que, de algún modo, recoge dignamente el testigo de “Damage”, pero volviendo la vista al pasado. Aquél disco nos presentaba a una banda que había decidido apostar por una producción más directa (comparada con otras entregas), y nos ofrecía un feel y una temática general bastante melancólica. Un disco dedicado al desamor al 100% que guardaba, sin embargo, grandes canciones. “Integrity Blues”, no obstante –y aunque sigue indagando en algunos de esos sentimientos e inseguridades-, recupera en la producción algunos elementos más sofisticados, y opta por seguir un camino menos intenso en temática que “Damage” –o quizá, diferente-. La banda busca, en algunos temas, el estribillo pegadizo que, por qué no decirlo, sea carne de bailoteos en festivales y en algunas pistas (“Sure and Certain” podría ser un ejemplo), y afronta la idea global del sonido del disco con una cierta calma que, quizá, nos retrotrae a temas como “23”. Se trata de un sonido más oscuro, más reposado y profundo. Muy meditado. Y al mismo tiempo, el grupo continúa indagando y explorando nuevos límites. En este sentido, “Pretty Grids” suena bastante distinto a lo que el grupo nos tiene acostumbrados. Un enfoque vocal distinto, y un feeling general bastante profundo hacen que, en temas de este calibre, uno acabe pensando que, si bien el grupo se siente cómodo haciendo lo que siempre ha hecho, no cierran la puerta a estirar su propio sonido con tal de mantener un cierto grado de frescura.
Como suele decirse hoy en día, parece claro que el grupo ha decidido salirse de su zona de comodidad –cuando bien podrían haber repetido la fórmula de “Damage”, que tan clásica sonaba en algunos momentos-; y, aunque “Integrity Blues” puede requerir diversas (y pausadas) escuchas para alcanzar a asimilar lo oscuro de su sonido, al final acabarás descubriendo que, posiblemente, estemos ante uno de los álbumes más sólidos desde “Futures”. Sí, es cierto que “Chase This Light” o “Invented” guardaban canciones mucho más pegadizas a primera escucha, pero quizá flaqueaban más como conjunto. En este aspecto, este disco suena más compacto, más sólido y más cohesionado. Atención a “Pass the Baby”, “Through” y “Pol Roger".