No es ningún secreto que a
The Dollyrots les tenemos un cariño especial. No sabríamos decir muy bien por qué, pero es una de esas bandas que te hacen disfrutar con cada uno de sus discos, una banda que solemos comparar a menudo con
Bowling For Soup –por su idiosincrasia-, y que tienen un modus operandi que se antoja la mar de honesto: siempre en contacto con los fans, atentos a sus reacciones, manteniendo la interacción directa con ellos vía redes sociales, y con un trato hacia la prensa exquisito. Es un cúmulo de circunstancias que va algo más allá de lo estrictamente musical.
Pero si nos ceñimos a eso, a la música,
The Dollyrots son uno de esos grupos que siempre recibes con los brazos abiertos. Cada vez que anuncian la publicación de un nuevo disco, te pones en alerta, y no porque vaya a suponer una pieza musical especialmente estimulante, en cuanto a que no van a publicar algo en plan artístico y vanguardista; sino porque la banda te proporciona otro tipo de estimulación, ya que es especialista en proveer a sus seguidores de discos divertidos, pegadizos, que siempre suenan frescos, con sentido del humor, con capacidad para reírse de ellos mismos, y con capacidad para contagiarte una dosis de buen rollo descomunal. De este modo, con “Whiplash Splash” –el sexto disco de su carrera-, el grupo regresa con un LP que se antoja verdaderamente equilibrado. De los Dollyrots hemos escuchado álbumes con enfoques sensiblemente diferentes entre ellos, desde una aproximación más punkrock de las primeras entregas, pasando por un enfoque más pop y comercial en el ‘self-titled’ de 2012, para regresar posteriormente con una propuesta más ligada al punkpop más tradicional en “Barefoot and Pregnant”. No obstante, en esta ocasión, la banda ha conseguido aunar todas esas facetas. Es un disco donde el punkrock, el punkpop y el pop se equilibran con una facilidad pasmosa. En temas como “Mermaid”, se nos viene a la mente los ecos de canciones como “Satellite”, pero con matices distintos, logrando esa mezcla de la que hablábamos. Versos desvergonzadamente pop, y estribillos descaradamente punkrock. Una combinación que funciona a las mil maravillas, y que Kelly Odgen conduce con maestría a través de su voz. Sorprenden canciones como “Jump Start This Heart”, un tema 100%, que nos ofrece un enfoque radicalmente distinto a lo que el grupo ha hecho tradicionalmente, y en el que Odgen encaja perfecta y sorpresivamente bien.
Así, la energía que desprende el grupo a lo largo del LP es como un torrente de electricidad, algo a lo que, por suerte, la banda nos tiene acostumbrados. Desde el minuto cero -ese instante en el que Kelly grita “wooo, let’s go!” al inicio del disco con “I Do”-, hasta el último tema del álbum, una estupenda versión de “Walking On Sunshine”, el clásico hit de Katrina And The Waves, una cover que nos recuerda el encanto y la gracia con las que la banda encara sus temas y las versiones que hacen de otros, y probablemente la mejor versión que se haya hecho del mismo, sin necesidad de impostar. Hay algo en Kelly Odgen y Luis Cabezas que les sale de forma innata, algo que se materializa en temas como “Squeeze Me” o “Just Because I’m Blonde”, por ejemplo.
Por todas estas razones, y, sobre todo, por el aspecto estrictamente musical, nosotros siempre estaremos en el conjunto de seguidores que reivindican disco a disco a
The Dollyrots. Básicamente porque lo tienen todo; todos los ingredientes necesarios parar ser una de las bandas de referencia del género, y sin necesidad de publicar superproducciones o hacer demasiado ruido mediático; simplemente llevando la filosofía DIY más allá del punkrock y siendo capaces de mezclar estilos del modo más desenfadado que puedas imaginar, pero siempre con gusto, gracia y elegancia. Y que, tal y como está todo a nivel mundial, ellos sigan dándonos estas dosis de buen rollo, es algo más que bienvenido.