En ocasiones el azar es lo suficientemente caprichoso como para ofrecer coincidencias de lo más satisfactorias. Cosas que suceden sin un planteamiento o planificación previa, pero que acaban siendo uno de esos eventos que, quien lo presencia, no olvida en su vida. El caso del concierto que se recoge en este disco, es uno de ellos. Corría 1981, y los Rolling Stones se encontraban en Chicago en un día de descanso de la gira del disco “Tatoo You”. Casualidades de la vida, la banda decidió acercarse al Checkerboard Lounge, un local de esa ciudad, para ver en concierto a
Muddy Waters. Cuando el concierto dio comienzo, no pasaron muchos minutos hasta que Muddy decidiera invitar a Mick Jagger a subirse al escenario para cantar con él “Baby, Please Don’t Go”, de forma que, casi sin darse cuenta, el resto de miembros del grupo –
Keith Richards , Ron Wood y el pianista Ian Stewart- no tardaría nada en subirse al pequeño escenario y sumarse al resto de músicos. Podemos imaginar las caras de asombro de los que asistiesen a dicho concierto, pero, sobre todo, y gracias a que fue grabado, podemos disfrutar de él cuando nos plazca. Así, si hace un tiempo el concierto fue editado en DVD, este año se publica en versión CD, algo que nos permite tenerlo mucho más a mano.
No obstante, hay que recordar una cosa. Este es un concierto de
Muddy Waters. Es decir, los Rolling Stones no aparecen constantemente en todos los temas, sino que hacen acto de presencia en según qué partes de las canciones. Y quizá sea ese su punto fuerte, el hecho de poder ver a una banda de la envergadura de los Rolling, volviendo a sus raíces y participando en un concierto de su principal mentor, un modo de homenajearle sin quitarle protagonismo. Puro respeto. Sin embargo, con su aparición, el concierto adquiere una dinámica notablemente distinta a la que, quizá, se hubiese desarrollado sin ellos. Es indudable que los Rolling son grandes conocedores del blues, y que ese género fue el germen para todo lo que harían en su carrera, pero también es verdad que ellos han sido capaces, a lo largo de los años, de añadir algo de sí mismos a un género tan esencial como éste sin desvirtuarlo. Y eso es algo que puede percibirse en este concierto. Si comparas los temas en los que predomina
Muddy Waters , y los pones al lado de aquellos en los que la intervención de los Rolling Stones, este hecho es más notable. Se aprecia una diferencia considerable en intensidad, velocidad y, como decíamos dinámica. Son visiones distintas, una, algo más contemporánea, la otra algo más tradicional, pero ambas se ensamblan perfectamente y establecen un diálogo, hecho éste que se personifica, especialmente, entre Jagger y Waters, aunque también se manifiesta, de un modo más sucinto, entre
Keith Richards , Ron Wood y el resto de la banda –y muy especialmente el guitarrista Buddy Guy y el vocalista y armonicista Junior Wells, dos verdaderas leyendas-, dando lugar a momentos en los que se atisban pequeñas dosis de improvisación, como sucede en “Mannish Boy”, uno de los mejores momentos del concierto. El resultado es un directo excepcional que todo amante del blues sabrá apreciar, sin ninguna duda.
Así que, por nuestra parte, no hay duda. Como decimos, si eres amante del blues, de
Muddy Waters , de los Rolling Stones, o de todo ello al mismo tiempo, éste es un disco que debe estar en tu estantería. Una de esas grabaciones que capturan un momento único, irrepetible, y sin ningún tipo de filtro. Un testimonio fidedigno de lo que allí ocurrió aquella noche: poder ver a los alumnos reconocer y honrar la labor de su maestro. La comunión entre dos generaciones de músicos sumamente dispares, pero con un nexo en común más potente que cualquier diferencia generacional: la devoción y el respeto por el blues.