Casi dos años exactos desde la publicación de su primer disco en solitario,
Brian Fallon está de vuelta con un nuevo trabajo titulado “Sleepwalkers”. Y lo hace haciendo gala de lo que ya viene siendo el sello personal del artista: un universo propio que empezó a mostrarnos en su banda de origen, The Gasligt Anthem, y que ha extendido en todos los proyectos en los que se ha participado hasta la fecha; incluyendo, obviamente, sus dos álbumes en solitario. Y por universo propio nos referimos a todo lo que Brian evoca, invoca y describe en sus canciones. Todas esas imágenes que, de algún modo, nos hablan de nostalgia y de elementos que quedaron atrás hace ya unas cuantas décadas.
Y, en cierto modo, esto es un arma de doble filo que le sirve tanto de bendición y maldición. ¿Qué queremos decir con eso? Pues que Brian no se ha movido ni un milímetro con respecto a la temática que ha venido tratando en sus canciones en los últimos 10 o 12 años. Y eso no es que sea algo demasiado preocupante, sino que lo verdaderamente preocupante es que, en cuanto a estilo, tampoco se ha movido demasiado. Y he ahí el problema. Porque aunque “Painkillers” fue un disco verdaderamente inspirado, y las canciones allí contenidas son de lo mejor que Brian ha compuesto hasta el momento, en “Sleepwalkers” vuelve a evidenciarse aquello que se empezó a evidenciar en
The Gaslight Anthem: la existencia de un cierto estancamiento en cuando a recursos se refiere. Está claro que un artista debe tener un hilo conductor, una identidad y un poso que le haga único. Y con respecto a eso, Fallon ha conseguido dar con un sello personal consolidado; pero al mismo tiempo, da la impresión de encontrarse demasiado cómodo en ese mismo perfil. ¿La evidencia? La existencia de canciones en sus dos trabajos en solitario que, si no supieras que forman parte de alguno de sus discos en solitario, bien podrías pensar que se trata de un tema encajado en alguno de los discos de
The Gaslight Anthem; y en el caso que nos ocupa, se hace más patente en la seguna mitad de este disco. ¿Ejemplos? Hay unos cuantos, pero por hacer referencia al disco que nos ocupa, “Come Wander With Me” podría servirnos perfectamente. Y cuidado, no se nos malinterprete. Son buenos temas, con sus más y sus menos, pero no sientan las bases para ‘justificar’ (si es que hubiera que hacerlo) un proyecto en solitario si nos atenemos estrictamente al resultado que muestran sus discos.
Dicho de otro modo.
Brian Fallon se halla en un terreno muy cómodo. Ha encontrado una fórmula que, con sus más y sus menos, funciona por sí misma. Y si algo funciona, ¿para qué vas a tratar de arreglarlo o cambiarlo? Porque a excepción de temas como “Proof Of Life” o "Sleepwalkers", que se revelan como unon de los cortes más diferenciados a lo que contiene el resto del disco –y algo que se agradece-, el resto se recrea en los mismos recursos y tipos de melodía que hemos escuchado desde hace mucho tiempo. No obstante, hay canciones que van a engancharte más que otras. “Her Majety’s Service” es un tema muy bonito, aparentemente sencillo, pero mucho más elaborado de lo que pueda parecer. Una canción que, sobre una estructura no muy compleja, construye un conjunto de capas de arreglos que le dan un toque muy peculiar y que, también, se diferencia de lo que podríamos entender como una composición típica de Brian.
Sin embargo, Fallon, aunque a veces caiga preso de sus propios clichés como artista, sigue confirmándose como uno de los compositores actuales más sólidos en el panorama del rock, y nos regala canciones que irán directas al catálogo de clásicos que va engrosando disco a disco. Cierto es, además, que la coincidencia en la celebración del décimo aniversario de “The ’59 Sound” con la publicación de este disco, quizá, no sea la mejor de las coincidencias, pero ese es otro tema.