Vamos a ver… seamos claros de una vez por todas. El que se queja de la poca variedad musical de ‘este país’, o de lo que puede escuchar a través de los medios de difusión tradicionales, es porque no se preocupa lo más mínimo en poner la oreja y prestar atención a su alrededor, o porque no intenta escarbar un poco en su entorno más inmediato –bueno, o porque, directamente, se deja embaucar por los talent shows del momento-. Porque sí, es cierto que estamos viviendo una época en la que la realidad digital nos bombardea con un montón de contenidos abrumador, dándonos la sensación de que tenemos todo lo que pueda existir al alcance de un clic; pero es muy peligroso no tomar consciencia de que gran parte de esas vías de acceso a otras músicas y contenidos, que pensamos que son independientes, ya han sido controladas por las grandes corporaciones que, años ha, controlaron la industria musical. Es peligroso no ser consciente de que ya estamos intervenidos, de nuevo, y de que hay mucho más de lo que cuatro clics rápidos puedan mostrarnos.
Así que, ya no nos queda otra que volver al viejo y saludable hábito de indagar y adentrarnos en lo más profundo del underground y, si te descuidas en los tiempos que corren, de la Deep Web, musicalmente hablando. Porque lo que flota en la superficie es, la mayoría de veces, totalmente descartable. Hay que atar cabos y unir referencias para ir dando con lo que de verdad suena interesante y con algo de originalidad. Hay que bucear hasta lo más profundo, y poder encontrar, así, a bandas como Th Booty Hunters. Un grupo que, si eres asiduo de nuestra web, ya debe sonarte de algo. Su propuesta es de lo más ecléctico que podrás escuchar actualmente: rock, country, folk de corte celta, metal y punkrock. Garrulograss lo llaman ellos, haciendo un guiño al bluegrass, una de las influencias que empapan algunas de sus canciones, como ocurre en la deliciosa “20 Dollar Job”. Pero de garrulo tienen poco, o nada. Es un modo de hacer broma y no tomarse demasiado en serio a ellos mismos, aunque la realidad es que lo que están haciendo es muy serio. En un solo álbum son capaces de unificar estilos de una forma magistral, y te llevan desde los aires piratescos de “Last Drink For A Dead Man”, a temas que miran directamente a los ojos de Johnny Cash, como ocurre en “In A Holler”, una canción áspera y oscura; pasando, como decíamos, por cortes que suenan al mejor bluegrass que puedas recordar, para llevarte después, en temas como “The Ship That Never Sails”, a través de paisajes sonoros más amplios, que dibujan horizontes lejanos, y te hacen evocar imágenes ancladas en recuerdos relacionados con el cine -aunque posteriormente vuelvan a arrastrarte a lo oscuro de una taberna con canciones como “Black and Decker” y su deje agitanado del este-.
Sin duda, “Speaking Of The Devil” es un disco que exhibe una paleta de registros apabullante. Recorre un amplio espectro de aquello que podríamos considerar folk, en términos generales, independientemente de que los matices sean celtas, americanos o de otro cariz y vengan aderezados con otras influencias como las que ya hemos mencionado con anterioridad. Es un álbum repleto de detalles; rudo, en ocasiones, pero delicado en otras. Es un álbum que, tal y como ha venido haciendo la banda hasta la fecha, hunde sus raíces en lo más profundo de las pulsiones humanas, y eso se traduce en canciones con las que es fácil conectar y que, por ese tipo de enfoque, te recordarán a grupos como
Flogging Molly o
Gogol Bordello. Bandas que miran a la realidad de tú a tú, independientemente de que ésta sea más o menos luminosa.
No dudes ni un segundo en darle una escucha. Th Booty Hunters son unos auténticos maestros en lo que hacen.