Recientemente hemos tenido el gustazo de descubrir a otra artista que, hasta hoy, era una perfecta desconocida para nosotros. Y esta vez, más que en otras ocasiones, aplica eso del ‘más vale tarde que nunca’, porque lo hacemos justo cuando publica su cuarto álbum, un disco titulado “Nightsand” que nos ha dejado boquiabiertos. Ya os adelantamos que ésta es una de esas reseñas de un trabajo que se sale de lo que, quizá, es más habitual encontrarse en nuestra web, aunque también es verdad que ya no es la primera vez que lo hacemos. En cualquier caso, para hace un repaso rápido y contextualizar a esta mujer, tan sólo comentar que ella, Jess Abbot, fue guitarrista de una banda llamada Now, Now, y que desde 2011 lleva publicando discos en solitario.
Como decíamos, éste álbum, titulado “Nightstand”, es el cuarto de su discografía, y es una maravilla. Y lo es, especialmente por el hecho de que Jess ha decidido zambullirse de lleno en el terreno del mejor pop que puedas conocer. No estamos hablando del pop más comercial y radiable, sino de ese tipo de pop que bebe de las grandes influencias del género a nivel mundial. Habrá momentos que puedan recordarte, por los giros de algunas melodías, a los momentos más soleados de bandas como los Beach Boys y el ‘sunshine pop’ –salvando todas las distancias-, pero también hay algo de
Weezer , de Daniel Johnston e, incluso, por romper la dinámica, del grunge de
Nirvana , aunque sea en forma de un eco muy lejano que se disuelve hasta casi desaparecer en medio de todas las melodías. Hay también algo de eso que muchas veces nos habrás leído comentar: ese toque lo-fi en algunas canciones que nos retrotrae a algunas bandas de la escena británica de los años 90. Y, sin embargo,
Tancred suena a algo muy personal, no a amalgama de cosas, como acaban sonando otros proyectos. Habrá elementos que, si eres conocedor de la escena indie, puedan recordarte a bandas o artistas concretos, pero son momentos muy puntuales que, de nuevo, se diluyen perfectamente en la mezcla, dando forma a las canciones que nos ofrece Abbot.
De esta forma, en “Nightstand” vas a encontrarte con canciones tan bien hechas y acabadas como “Queen Of New York”, y dinos al escucharla si no es un auténtico pelotazo, 100% poprock, que es capaz de entroncar con lo mejor del powerpop. En este sentido, Jess Abbot ofrece canciones con estribillos tremendamente pegadizos, pero no por repetitivos o cansinos, sino por la calidad melódica de los mismos. En el ejemplo que hemos mencionado hace apenas unas líneas, la artista es capaz de resumir en tres minutos exactos el manual para hacer una canción perfecta cuando hablamos de este género. Versos que te van llevando hacia la resolución melódica del estribillo, y que te hacen anticiparlo con ansia. Este modus operandi se repite a lo largo de algunas de las canciones más exuberantes del disco, pero Abbot también tiene espacio para ofrecer algún que otro medio tiempo, como “Clipping” o “Strawberry Selfish”, que ofrecen una faceta más madura y pensada, por así decirlo. Sin embargo, otros cortes como “Apple Tree Girl” o “Hot Star” mezclan ambos enfoques, ofreciendo canciones con una dinámica sorprendente, todo ello sin llegar a extremos. Una maravilla aderezada con ese toque dulce que ofrece Jess.
En resumidas cuentas, un disco que recomendamos enormemente. O, mejor dicho: una artista que os aconsejamos que investiguéis, porque os va a regalar grandes momentos.