Hay grupos de los que siempre, o casi siempre, sabes lo que puedes esperar de ellos. Y aun sabiéndolo, y quizá por ello, siempre que anuncian un nuevo trabajo discográfico acabas generándote cierta expectativa. En ocasiones, con este tipo de bandas, es suficiente si entregan algo que se asemeje a su mejor época –claro que, si son capaces de mejorarlo, bienvenido sea-. En fin, ya sabéis a qué nos queremos referir con esto. Ejemplos hay mil, pero el que nos ocupa es uno de los que mejor ilustra esto que comentamos.
MXPX , a estas alturas, son una banda muy predecible. Pero no en un sentido despectivo, sino más bien en el sentido en el que grupos como, por ejemplo,
Bad Religion , son predecibles. Es decir: que su trabaja siempre borde un estándar propio bastante equilibrado, y eso siempre es satisfactorio. Es por eso que, quizá, los que nos dedicamos a reseñar o analizar discos, siempre tratamos de desmenuzarlos más todavía, por aquello de buscar matices que ayuden a ubicar la publicación de marras en el contexto que supone la discografía concreta del grupo en cuestión.
En este sentido, el décimo disco de
MXPX suena justo a eso: a
MXPX en su modo más estándar. No son los
MXPX de los comienzos, ni son los
MXPX más rápidos o contundentes que puedas recordar –de hecho, los temas se ubican en un tempo intermedio que, sin ser demasiado lento ni demasiado rápido, funciona bastante bien-, pero mantienen el nivel con cierta dignidad. Y el álbum, para aquellos que se consideren fans del grupo, cumplirá con todas las expectativas que hayan podido generarse con respecto a él. El LP trata de evocar el sonido del punkpop y el skatepunk de los años 90, desde un punto de vista muy melódico, y trata de anclar su encanto en la nostalgia hacia aquella época. La banda sabe que éste es un vínculo muy potente que une a los fans con su música, y lo explota sin complejos para crear esa conexión que, seamos honestos, para muchos –aunque no para todos, es obvio-, es la única razón por la que siguen acercándose a un disco de una banda como ésta en pleno 2018.
Así que, en cierto modo es un acierto, porque el álbum suena entretenido. Las melodías acompañan a unas letras que, como decíamos, miran de reojo al pasado, al mismo tiempo que redundan en una idea o mensaje muy claro: aprovechar el momento actual al máximo. Y eso es algo que la banda ha predicado a lo largo de sus más de 20 años de existencia, de manera que casi podríamos decir que “
MXPX ” supone una suerte de resumen de lo que significa el grupo y del sonido del mismo. Lo mejor de todo es que, valga la redundancia, todo esto lo empaquetan en media hora exacta dividida en 11 canciones, así que puedes hacerte un cálculo rápido de la media de duración de los temas. Algo que, sin duda, hace que el disco pase rápido, y gracias a lo fácilmente digeribles que son las melodías provoque que te apetezca volverlo a escuchar con frecuencia.
Con todo esto, y por recapitular, podríamos decir que, aunque “
MXPX ” no es un álbum que invente nada, ni que vaya a marcar un hito en la discografía del grupo, va a satisfacer a los fans del mismo, y podría servir como resumen y colofón a una carrera que comenzó, como decíamos hace unos 20 años, y que redondea la cifra por ser el décimo de su carrera (sin contar versiones o publicaciones navideñas). Así que, oye… ni tan mal, ¿no?