Lo bueno de
Bring Me The Horizon , a estas alturas de la película, es que lo que hacen ahora mismo es algo a lo que ya empezaron a apuntar desde “Sempiernal”. Con aquel álbum, publicado en 2013, el grupo empezó a dar muestras de cuál iba a ser el camino que iban a tomar en futuras entregas. Claro que, quizá, nadie imaginó lo que después presentaron en “That’s The Spirit”, pero de alguna manera, la cosa estaba justificada, existiendo un poso subterráneo que conectaba a uno y otro disco. Así, llegamos a 2019, y la banda estrena “amo”, un LP que sigue la misma progresión que siguieron en “That’s The Spirit” con respecto a “Sempiternal”, pero llevada un paso más allá, empujando los límites de su propio desempeño como compositories hacia un terreno que se aleja totalmente de lo que hicieran en el pasado.
Y lo cierto es que se aleja mucho. Proporcionalmente es un álbum que se polariza todavía más con respecto a “That’s The Spirit” de lo que un día se polarizó este con respecto a su predecesor. Eso, probablemente, no vayan a ser buenas noticias para los que esperasen algo más conectado con el sonido ‘tradicional’ del grupo. De hecho, en su sonido, han incorporado ya de forma totalmente descarada, y sin ningún tipo de parche, toda la influencia electrónica que, como buenos británicos, les viene de la escena ‘club’ underground de su país de origen. Algo a lo que, por cierto, ya abrieron las puertas sus compatriotas
Enter Shikari -o
Linkin Park en “A Thousand Sunds”, salvando las diferencias en estilo-. Es cierto que ambas bandas son bastante diferentes, y que
Enter Shikari lo hizo desde el principio, pero lo que presenta
Bring Me The Horizon en “amo” tiene mucho de eso.
Ahora bien, insistimos: puede ser el disco que, de forma definitiva, rompa con su base de fans más antigua o, por lo menos, con aquellos que no desean que la banda se inmiscuya en este terreno. Y, no obstante, es comprensible. En nuestro caso, es una evolución que se nos antoja curiosa, porque, aunque exista, como comentábamos, cierta progresión, es muy evidente que hay un corte estilístico entre “Sempiternal” y “That’s The Spirit”, pero es que también lo hay entre este y “amo”. En este sentido, hay canciones interesantes, especialmente cuando se dejan llevar totalmente y entregan temas como “in the dark” -que, sin ser una exhibición de nada, acaban funcionando bastante bien-, sin embargo, y paradójicamente, hay canciones que dan la impresión de querer conectar con su propio pasado, como ocurre en “wonderful life”, que acaban antojándose algo forzadas. Por otro lado, las letras dan continuidad a lo que Oli Sykes desgranaba en su anterior disco, aunque quizá sean algo menos oscuras que entonces, momento en el que el cantante confirmó haber plasmado en ellas su batalla contra la depresión y las adicciones.
La reflexión que, al final, nos asalta es la siguiente: ¿es esto un cambio buscado ‘per se’, o simplemente quieren escapar de las viejas etiquetas y tratar de mantenerse relevantes incorporando elementos que están de moda actualmente? Es complicado responder a esa pregunta, porque la respuesta sólo la tienen ellos. No obstante, sí que hay algo que nos inquieta:
Bring Me The Horizon han pasado de ser una banda de referencia en su género, imitada hasta la náusea, a imitar cosas que ya están haciendo otros, y eso es algo que puede resultar inquietante, especialmente cuando hay temas en este disco que se pierden sin rumbo en medio de tanta programación y voz procesada -lo comprenderás cuando escuches “fresh bruises”-. Además, tampoco tenemos muy claro cómo van a trasladar estas canciones a sus conciertos, porque hay momentos en los que la formación clásica de la banda podría ser casi totalmente prescindible. Así que habrá que estar atentos para ver cómo evolucionan las cosas.