Siempre que te enfrentas a la reseña de un disco de una banda longeva –especialmente si hablamos de bandas de punkrock y similares-, surge el miedo a repetirse, a no saber muy bien qué destacar o a no tener muy claro qué es exactamente eso que se supone que el grupo trae de nuevo o aporta a su discografía. Que sí, somos conscientes de que la publicación de un nuevo álbum no tiene por qué suponer un hito en la historia de la música, pero también es importante entender que, si una banda apuesta por la constancia o la consistencia estilística, ha de hacerlo muy bien para no acabar resultando un tostón.
Millencolin , de algún modo, andan desenvolviéndose en ese terreno, aunque consiguiento un nivel considerable de consistencia, precisamente. Por el camino ha habido discos como “Machine 15”, album en el que, de algún modo, trataron de ‘estirar’ los límites de su sonido para llevárselo a una zona más amplia y menos constreñida por los límites propios del género en el que se han encuadrado de forma tradicional. Sin embargo, aquél disco acabó siendo bastante bien recibido, y acabó por integrarse en la discografía de la banda sin ningún tipo de problema. Así las cosas, y habiendo publicado posteriormente “True Brew” –con el que volvieron a la contundencia de sonido que habían dejado algo de lado en el disco previo-, la banda regresa en 2019 con “SOS”, un LP que confirma que
Millencolin sigue siendo una máquina bien engrasada. Como decíamos al principio de la reseña, no es un álbum que vaya a poner patas arriba la carrera del grupo, ni tampoco va a ser un LP que supere el mítico “Pennybridge Pioneers”, sin embargo es un álbum bien hecho, directo, rápido y con algunos temas interesantes que, precisamente, son capaces de retrotraerte a aquél célebre LP. De hecho, la banda logra tal efectividad –en esta entrega, y en su discografía en general-, que podríamos considerarla como una de las bandas más consistentes. Más incluso, que auténticos titanes del género como
NOFX o
Bad Religion –que, probablemente, cuenten con más altibajos que los suecos-. En este sentido, y haciendo referencia al sonido del álbum, nos ha sorprendido un poso más oscuro, por así decirlo, o más crudo que en anteriores entregas, algo que ha venido dado por el enfoque de la producción, que ha tirado por una vertiente más ‘sucia’, sin comprometer la ‘comprensión’ de la mezcla.
Por otro lado, en cuanto al apartado lírico, la banda se ha zambullido directamente en la crítica hacia los problemas más comunes que nos afectan como seres humanos en la sociedad de la información, la tecnología y las redes sociales, así como hacia problemas de calado más profundo como la xenofobia y el racismo. En cualquier caso, cabe señalar que no es un disco de temática política, además de que existen temas cuya crítica está planteada de un modo más general, sin apuntar ni poner nombre directo a algo.
De modo que, en general, “SOS” es un buen disco. Y reconfora poder observar cómo una de las bandas de referencia de la escena punkrock/skatepunk a nivel europeo, sigue siendo capaz de entregar discos que mantengan un nivel de calidad y enganche considerable. Que, a estas alturas, no hayan decidido dejarlo o tratar de dar un viraje comercial total, ya es algo para celebrar, así que, si además publican un álbum que, por momentos, recupera la esencia que les hizo tan grandes como en “Pennybridge Pioneers”, bienvenidos sean.