Han pasado seis largos años desde que Bad Religion publicasen un disco –si no contamos aquél EP de versiones navideñas que se publicaba poco tiempo después de “True Norht”-, y lo cierto es que ya se les empezaba a echar de menos. Sobre todo si tenemos en cuenta los cambios que ha habido recientemente (bueno, ya no son tan recientes) en la administración de los Estados Unidos de América, eso si no contamos el evidente viraje hacia la ultraderecha que hemos observado en otras partes del mundo. Una banda como Bad Religion , con la implicación sociopolítica que ha demostrado en sus letras a lo largo de más de 30 años de carrera –de hecho, casi 40-, no podía fallar a su cita. Y aquí les tenemos, en pleno 2019, con un nuevo disco titulado “Age Of Unreason”.

Musicalmente, con Bad Religion ya sabes lo que vas a encontrarte. Sabemos que esto es un tópico cuando se habla de la banda, pero es real. En su caso, por lo general, siempre es algo bueno, y en particular, con este LP, también, aunque en este caso creemos conveniente destacar la variedad que se aprecia en el mismo, así como algunos detalles que no acaban de convencernos del todo. Porque en general, es un álbum que, ya de primeras, suena algo más relajado que otras entregas. Hay algunos temas que se mueven en unos tempos que juegan a quedarse en un terreno a medias entre los ritmos más acelerados y clásicos de la banda, y algo más cercano a lo que podríamos considerar como un medio tiempo. Esto, como decíamos, hace que el álbum suene verdaderamente variado, porque sigue manteniendo canciones en las que la intensidad se mantiene a un nivel más que aceptable -manteniendo esa línea cohesiva que constituye el sonido de la banda-, mientras otras exploran cadencias más relajadas y aproximaciones más cercanas a un enfoque más... pop, por decirlo de algún modo. En cualquier caso, las habilidades melódicas del grupo están tan enforma como hace más de 30 años. No obstante, es conveniente señalar que hay secciones del álbum que, de alguna manera, se antojan algo planas, y llama mucho la atención el modo en el que la voz de Greg Graffin ha sido tratada, dándole un peso considerable en el conjunto de la mezcla.

En el apartado lírico, Bad Religion se agarran al contexto sociopolítico actual. Uno no puede evitar acordarse de personajes como Donald Trump cuando las letras de temas como “Candidate” o “Age Of Unreason” van tocando algunos temas concretos. Sin embargo, Graffin y compañía logran mantener cierta distancia en las canciones, algo que garantiza un cierto grado de neutralidad, lo cual favorece, en última instancia, el aspecto universal de las mismas. Dicho de otro modo: un disco que atacase de unA forma explícita a personajes como Trump, podría parecer caduco en apenas ocho años. Sin embargo, mantener el enfoque en algo no tan dirigido a una persona, hace que la vigencia del mensaje pueda aplicar durante más tiempo, convirtiéndose en algo atemporal.

Así, y como conclusión, por un lado podríamos decir que sí, que estamos ante otro disco de Bad Religion , en el sentido más amplio de la expresión y casi como garantía de calidad, pero no podemos pasar por alto esos elementos que apuntan hacia otras direcciones. Y no es que la banda vaya a cambiar a estas alturas, pero siempre es buena cosa observar que el grupo mantiene intactas sus inquietudes a la hora de incorporar elementos que puedan aportar frescura a su sonido sin llegar a desvirtuarlo ni un ápice.