Generalmente desconfío de los discos dedicados enteramente a versiones. Sí, es cierto que existen casos excepcionales en los que un artista en su plenitud ofrece a su público un mapa musical de sus influencias: me viene a la mente el “Garage Days Re-Revisited” de
Metallica , donde los Californianos, en el ápice de su poder, entregaron un magnífico EP de versiones de -más o menos- oscuros artistas (entre ellos los Misfits de
Danzig ) que supuso todo un acierto y, ya de paso, puso en el mapa unas bandas (Killing Joke, Misfits, Diamond Head) desconocidas para el gran público al que ya empezaban a llegar.
Sin embargo, desgraciadamente, la mayoría de las veces el resultado no es tan feliz. De hecho, suele ser indicador de sequía creativa y una medida desesperada para intentar mantener el interés del público cuando las ideas no fluyen como antaño. El propio Glenn
Danzig (Misfits, Shamhain,
Danzig ), cuya carrera hace varios años que parece estancada, es responsable de uno de estos mediocres intentos: su “Skeletons” (Evillive, 2015) a pesar de su aparente eclecticismo (versiones de ZZTop,
Black Sabbath , Aerosmith, Everly Brothers… y Elvis, claro) es de todo menos convincente.
Por eso, recibí la noticia de que la entrega de este año iba a ser un disco compuesto enteramente por versiones de Elvis Presley con una mezcla de esperanza y escepticismo. Por un lado, la esperanza, porque, como cualquier fan de
Danzig sabe, es uno de los cantantes mejor dotados para la tarea: en mi opinión se puede trazar una línea que va de Elvis a
Danzig pasando por Jim Morrison. Y además se da la circunstancia de que mis canciones favoritas de su producción son aquellas en las que se pone más “Elvisiano”, como “Hybrid Moments” o “Hollywood Babylon”. Por el otro lado, el escepticismo, porque la jugada tiene un riesgo evidente. Pocos son los cantantes que pueden atreverse a llenar los zapatos del Rey del Rock’n’Roll sin temor a caer en el ridículo o, peor aún, la parodia.
La pregunta que se plantea es ¿supera Glenn
Danzig el difícil reto que se impone a sí mismo? En mi opinión, sí y además sobradamente. Hay dos cosas que brillan especialmente en este “Sings Elvis”: la primera es la producción; oscura, retro, minimalista, en resumen: acertadísima. Raro es el momento en que se pueden escuchar más de tres instrumentos de acompañamiento a la vez. Una guitarra lejana cargada de feedback aquí, una batería mínima de tres piezas allá, un piano cavernoso... Y digo “acompañamiento” porque es lo que son: acompañamientos a mayor gloria de La Voz, la voz de Elvis/
Danzig que en este momento ya son indistinguibles…
Danzig se ha disuelto de tal manera en el espíritu de El Rey que ya no sabemos donde empieza el uno y acaba el otro.
El otro punto fuerte del disco es, a mi juicio, la selección de temas. Estos no son los más conocidos del artista, ni los más rockanrolleros; no es esta una lista de “Greatest Hits” de Elvis. No encontrarás aquí ni un “Viva Las Vegas”, ni un “Jailhouse Rock”, ni un “Hound Dog”, si no una lista cuidadosamente seleccionada -entre las canciones/baladas más íntimas, reposadas, austeras del Rey- para, estoy convencido, favorecer las magníficas interpretaciones de
Danzig y dotar al disco de una coherencia interna que no hubiese tenido en el caso de tratarse de una enumeración de éxitos. Personalmente me agrada especialmente la inclusión de “Fever”, un pequeño clásico, que nos recuerda que Elvis, aparte de una gran voz, una bonita cara y la pelvis más famosa de la historia, tenía algo que muchos rockeros -y en especial los punkies- han buscado y pocos han encontrado: ser capaz de transmitir una sensación peligro inminente.
En resumen, un disco que, aunque no seas uno de los mayores fans de Elvis -como es mi caso- servirá para recordarte por que tuvo el impacto que tuvo en la cultura y en la música moderna y todo un triunfo artístico por parte del gran Glenn
Danzig , el creador del Horror Punk.