Desde que Tom DeLonge decidiese formar Angels & Airwaves , algo cambió en el modo de presentar sus proyectos personales y de presentarse a sí mismo ante el público. Él, que hasta entonces había sido un músico que, aparentemente, no se tomaba a sí mismo ni a su popularidad demasiado en serio (cosa que contribuía a generar esa imagen de proximidad que todos tenemos de los primeros blink-182 ); pasó a convertirse en una especie de artista mesiánico que, a través de la publicación de “We Don’t Need To Whisper” –primer disco y carta de presentación de Angels & Airwaves -, anunciaba, ni más ni menos, la ‘segunda venida de Cristo’ (sic.). Sí, ya sabemos que por aquella época, DeLonge estaba padeciendo los efectos secundarios de la medicación que sus doctores le habían prescrito para paliar los dolores de su reciente convalecencia por una lesión en la espalda, y que quizá éstos le provocaban cierto estado de ánimo eufórico; pero lo cierto es que una vez pasada esa época, sus delirios de grandeza no cesaron. Desde entonces y hasta la fecha, Tom ha anunciado en Angels & Airwaves diferentes proyectos que, en el mejor de los casos, se han visto materializados a medias –por no mencionar aquellos que han quedado tan sólo a la sombra de una promesa incumplida… ¿alguien recuerda la supuesta colaboración que iba a llevar a cabo con NASA?-. Por no mencionar los numerosos retrasos en publicaciones como “Start The Machine”, “I-Empire”, “Love Part 1” o la película objeto de esta reseña: “LOVE”. (Si es que, por la boca muere el pez…)

Lo bueno de DeLonge –y lo malo, ahora que le conocemos-, es que sabe venderse como nadie. Lo peor, es que queda en evidencia cuando muestra lo que en realidad propone y que, a la postre, va perdiendo algo de credibilidad. En el caso de “LOVE”, la película, la idea acabó haciendo aguas por todos lados. Comercialmente fue un éxito relativo, ya que con un presupuesto de tan sólo 500.000$, fue capaz de recaudar algo más de 1.000.000 de dólares; pero a efectos artísticos y de concepto, que es la principal baza con la que DeLonge pretendió ‘vender’ el film, la película no se sostiene por ningún lado.

Escrita y dirigida por William Eubank, “LOVE” relata la historia de un astronauta -Lee Miller-, que pierde contacto con la Tierra, quedando aislado en la ISS (Estación Espacial Internacional), y tratando de sobrevivir a tal situación. ¿Te suena? Efectivamente, se trata de la historia que relata la letra de “Asthenia”, tema incluido en el disco “Untitled” (2003), de blink-182. Y aunque el argumento pueda sonar prometedor, el resultado final es algo de difícil comprensión. No sabemos si se debe al intento de resultar demasiado abstracto, poético o trascendental; o a la incapacidad del director de plasmar una idea que, quizá, no estaba demasiado definida, pero la mezcla de imágenes de la guerra de la independencia con las imágenes del universo -tratando de crear un paralelismo con la historia de Lee Miller-, así como las escenas generadas mediante tecnología CGI, y las evidentes referencias a “2001: Odisea en el Espacio”, acaban dando como resultado una especie de reinterpretación muy ‘sui generis’ de la obra de Kubrick, vista a través del prisma de un músico y un director a los que, da la impresión, el proyecto se les queda muy grande y, a la postre, totalmente indefinido.

El concepto original, basado en cómo la soledad en cualquier tipo de entorno puede ser sobrellevada gracias al amor y la esperanza, prometía bastante; y aunque no es un tópico que nadie haya tratado ya, podría haber tenido una mejor adaptación al imaginario que DeLonge y Eubank idearon para el proyecto si éste, sencillamente, hubiese sido menos ambiguo, pretencioso, y más centrado en un argumento mejor narrado.

No obstante sí hemos de señalar que, en el aspecto visual, la película resulta sorprendente si se tiene en cuenta el presupuesto con el que ha sido producida. Pese a que es evidente que la dificultad no radica en la ubicación de localizaciones reales; precisamente el modo en que se han recreado escenarios no existentes es lo que, quizá, salva al film y compensa su carencia de solidez argumental. No ocurre lo mismo con la banda sonora, porque aunque la banda aseguró que los discos “Love Part 1” y “Love Part 2” se basaban en la música de la banda sonora de la película, nos encontramos que, en realidad, ésta es apenas existente. De modo que, tal vez, lo más acertado hubiera sido decir que ambos discos han sido inspirados por el concepto o la idea de la película; extrayéndose de ahí, pequeños fragmentos arreglados para determinadas secuencias.

En definitiva, si consideramos “LOVE” como el primer intento de Tom DeLonge de introducirse en el mundo de la producción cinematográfica independiente, pasa; ahora bien, el problema es que si lo tomamos como la idea revolucionaria que intentó vender, el proyecto se derrumba sin remedio. Por fortuna, y como decíamos al comienzo de esta reseña, ya conocemos a DeLonge, y sabemos que, a día de hoy y hasta que demuestre lo contrario, lo más prudente es no tomarse demasiado en serio aquello que diga. Una pena, si tenemos en cuenta que de su mente –y desde una aproximación mucho más modesta- nació el que probablemente sea el mejor proyecto paralelo a blink-182: Box Car Racer.