A finales de 2014 se confirmaba la publicación de un nuevo documental sobre la inmortal figura de Kurt Cobain y, por ende y de forma indirecta, sobre su banda, Nirvana. Era difícil imaginar qué es lo que un nuevo documento de estas características, por mucho que la familia lo haya dado por oficial –y contando con la figura de Frances Bean Cobain como productora ejecutiva-, podía aportar en cuanto a información acerca de tan carismática figura. Se antojaba complicado intuir cuáles podrían llegar a ser las claves que -insistimos, anunciándose el film como “definitivo”-, arrojasen algo de luz acerca de la conocidísima, pero al mismo tiempo intrigante, figura del cantante. El resultado, o las conclusiones que uno pueda sacar, van a estar directamente relacionadas con la cantidad de información previa que haya obtenido. O dicho de otro modo, con la cantidad de documentales anteriores y libros que el espectador haya ingerido a lo largo de los años. En este sentido, si no has oído absolutamente nada acerca de Kurt Cobain, más allá de conocerle por ser la voz y guitarra de Nirvana, sin duda, vas a poder disfrutar de un gran bagaje de datos que te ayudarán a comprender, aunque sea sólo un poco, cómo y porqué funcionaba su mente del modo en que lo hacía. Ahora bien, si eres de los que ha leído los diarios, el famoso libro “Heavier Than Heaven”, o ha visto otros documentales como “Kurt and Courtney” y, muy especialmente, “About A Son”, es complicado que vayas a extraer algo con sustancia más allá de romanticismo que destila.

Y he aquí lo paradójico de “Cobain: Montage Of Heck”: que se trata de un documental que, en diversas entrevistas, ha sido promocionado como el documental que venía a desmitificar la visión que muchas personas tenían sobre Kurt; esa visión que, supuestamente, habría sido promovida por publicaciones anteriores como las que ya hemos mencionado. El problema está en que, ni la desmitifica, ni la matiza demasiado. Todo lo que aparece en el film ha sido explicado anteriormente. Pero eso sí, el montaje y la dirección han sido capaces de ofrecer vistazos verdaderamente íntimos de la vida del artista, complementados con algunos fragmentos representados a través de animaciones que reflejan la atmósfera de aquellos días de un modo estremecedor.

Porque sí, es cierto que contar con la colaboración de Frances B. Cobain y Courtney Love, ha puesto a disposición de Brett Morgen, director del documental, una cantidad de archivos personales que hasta la fecha, habían permanecido inéditos. Y en ese sentido cabría destacar algunas grabaciones personales de Kurt, en las que se le puede escuchar esbozando demos de canciones como “Heart Shaped Box”, por poner un ejemplo, o grabaciones en las que podemos escucharle hablar en su casa en situaciones cotidianas -fruto de la casualidad y de dejarse la grabadora registrando el sonido ambiente-; así como de un importante bloque de artwork diseñado por Cobain, que ha sido empleado para generar otro set de animaciones realmente interesantes. Más allá de eso, contamos con otro importante set de grabaciones personales en vídeo de su infancia y, lo más inquietante, de Kurt y Courtney en su vida diaria; primero a solas, y después junto a su hija recién nacida. Algo que, al margen de hacernos pensar en quién querría ser grabado en situaciones tan cotidianas como al salir de la ducha, nos hace preguntarnos… ¿aportan algo verdaderamente sustancial a la historia de Kurt? Para nosotros la respuesta es clara: no. Más allá del factor cotilleo, y del pensar que, en efecto, era una persona normal, no aportan nada. Es más, ponen en evidencia al personaje de Courtney Love, una mujer que aparece retratada como una persona más preocupada por imitar a grandes parejas del rock -como sería el caso de John Lennon y Yoko Ono, o los malogrados Sid y Nancy- que por otra cosa. En estas grabaciones, cargadas muchas veces de ironía y sarcasmo, la podemos escuchar decir al propio Kurt haberse convertido en “la mujer más odiada de Estados Unidos”, por el mero hecho de haberse casado con él. Irónicamente o no, Love exhibe un egocentrismo bastante impresionante –e inquietante- en sus apariciones.

Por otro lado, el documental ofrece entrevistas a gente cercana a Kurt, como Krist Novoselic –bajista del grupo, al que siempre se le nota afectado al recordarle-, Don Cobain y Wendy O’Connor –padres del cantante-, Kim Cobain –hermana-, Tracy Marander –primera novia de Cobain-, o la propia Courtney Love, viuda del mismo. Pero tampoco desvelan nada que no supiéramos de antemano gracias a obras como el ya mencionado “Heavier Than Heaven”, o a entrevistas concedidas con anterioridad por separado. Es más, en ocasiones, “Montage Of Heck” parece la versión en vídeo de aquél libro. Si bien es cierto que resulta más impactante escuchar según qué testimonios de boca de su entorno más cercano, o poder comprobar cómo Courtney Love desprende un aire extraño cuando habla de Cobain, como llevándose la cuestión principal hacia un terreno enrarecido. Efectivamente… el ego de Courtney hace acto de presencia, de nuevo… la eterna viuda torturada del rock ’n’ roll.

Lo más curioso de las entrevistas, incluso en el caso de Love, es que todos los entrevistados parecen adolecer de la misma enfermedad común, por llamarlo de algún modo. Y es que todos viven bajo la sombra de Kurt; y lo seguirán haciendo hasta el final de sus días. Es algo inevitable. Todos desprenden ese halo… como de culpabilidad, nostalgia y pena. Una mezcla rara de sensaciones que refleja ese pesar y destila esa sensación, como de sentirse mal por no haber sido capaces de ver lo que sucedía con Kurt, o de, aún viéndolo, no haber sabido entenderlo o tomarlo en serio. ¿Impotencia? Puede ser, pero lo cierto es que resulta impresionante. Es algo que se palpa y que transmiten sin, probablemente, ser conscientes de ello. Ahora, claro está, es demasiado tarde. Lleva siendo tarde hace más de 20 años.

En general -y esto es algo común a todas las obras audiovisuales o literarias acerca de Kurt Cobain o Nirvana-, “Montage Of Heck” muestra, como es lógico, las mismas carencias que muestran todos sus predecesores: el hecho de que todo lo que se narra, especialmente lo que hace referencia al modo en que Kurt podía interpretar las cosas y la realidad, así como su supuesto estado mental, son suposiciones e interpretaciones que, en muchas ocasiones, acaban cojeando demasiado por lo abiertas que pueden resultar. El verdadero problema de este film, insistimos, es el mismo que acucia a otras entregas: que Kurt no está para poder explicarse o dar su versión. Que nadie estuvo en su mente. Que su figura y su historia es demasiado suculenta, y que la libre interpretación de tantos y tantos documentos y signos, sigue proporcionando engrase suficiente a una maquinaria que no parece tener fecha de desguace.

Sin embargo, hay una idea que en esta ocasión nos ha quedado confirmada al 100%. Tampoco es nueva -ni estamos descubriendo América con ella-, pero por el modo en que algunas de las personas entrevistadas han acabado explicando su visión sobre la manera de ser de Kurt y de sus problemas, podemos tomarla por definitiva. Y la idea es clara, muy concisa: Kurt cayó en las manos equivocadas. Necesitaba ayuda. Quizá él no supo pedirla del mejor modo posible –probablemente no era la persona más transparente del mundo-, pero su entorno, desde luego, no fue capaz ni de leer entre líneas, ni de interpretar lo evidente. Nadie supo prestarle la ayuda que estaba pidiendo a gritos desde hacía años.

Y aquí, como en tantas ocasiones, ni los malos son tan malos, ni los buenos, tan buenos. Queda claro que las drogas pudieron haber jugado un rol muy importante en la mente de Cobain; quizá catalizando un proceso depresivo que desencadenó en una fatalidad… o no, no lo sabemos a ciencia cierta. Pero dudamos mucho de que fuesen las culpables de su implosión. Es más plausible que una falta de cariño desinteresado a lo largo de su vida, y de un buen par de orejas que escuchasen sin juzgar, acabase desembocando en una personalidad introspectiva que, ante la falta de explicaciones y escapes –y de recursos de gestión de las emociones y comprensión del mundo-, y alimentada por traumas y carencias arrastadas desde la infancia, acabase adquiriendo una tendencia autodestructiva.

En conclusión, y en definitiva, teníamos la impresión de que “Montage Of Heck” había sido presentado como el documento definitivo con el que despejar ciertas dudas y desmitificar algunas historias acerca de Kurt. Pero sin embargo, no lo es -ni de lejos, vaya-. Y, en cambio, se nos antoja como un documental aderezado de intimismo, pero más preocupado por oficializar la visión inestable y torturada de un artista suicida, que por arrojar algo más de luz a su historia; una historia plagada de un elevado grado de incomprensión por parte de su entorno.

¿Qué opinaría Kurt si pudiera verlo?