Si nos ponemos a pensar acerca de despedidas, o supuestas despedidas, de algunas de las bandas más míticas de la historia de la música más reciente, no creemos que haya habido ninguna que haya sido diseñada de un modo tan redondo como la que llevó a cabo Black Sabbath el 4 de febrero de 2017. Porque aquel día, la banda liderada por Ozzy Osbourne decidió poner punto y final a una carrera musical que ha durado casi medio siglo. Es decir, toda una vida. Y lo hicieron a lo grande, dando un último concierto en Birmingham, su ciudad natal, ante su público. En casa.

Así, y viviendo como vivimos en pleno siglo XXI, no cabría esperar menos que la realización de una edición discográfica y videográfica conmemorativa de dicho evento, algo que ha sido plasmado en el título que os estamos reseñando ahora mismo. “ Black Sabbath. The End” recoge justamente eso, el último concierto de Black Sabbath , el capítulo final de una de las bandas más importantes del rock, contando con la formación original del grupo e incluyendo, además, las Angelic Sessions, que son, nada más y nada menos, que las últimas sesiones de grabación llevadas a cabo por la banda en un estudio de grabación (en directo).

Y el resultado es más que satisfactorio. Que una banda de esta edad, siga siendo capaz de proveer a sus fans con un directo de este calibre, y contando sólo con tres miembros -y con la ayuda de un baterista más joven-, es algo alucinante. Otros artistas, ya sabéis, siguen girando pese a que la condición, quizá, ya no es la que debiera, cuando lo mejor sería optar por un retiro digno mientras aún estén a tiempo. Otros, directamente, nunca tuvieron condición para desenvolverse en directo, pero esa es otra historia. Sin embargo, Black Sabbath ofrece un directo contundente, empastado y dinámico. Los Rolling Stones del metal.

El directo da comienzo con “ Black Sabbath ”, entonándose y calentándose a cada compás, y pronto te das cuenta de que, precisamente sin darte cuenta –valga la redundancia-, da la impresión de que estás metido de lleno en el concierto. La banda, mientras tanto, va descerrajando tema a tema una cantidad importante de las canciones más emblemáticas de su legado. Así, vas a encontrarte tremendas interpretaciones de “War Pigs” o “Iron Man”, entre otras tantas. De este modo, aunque el evento podría haber tenido un enfoque más… nostálgico o blando, en este concierto sucede todo lo contrario, y se agradece. Si es la última vez que vas a vernos, por eso mismo vamos a darlo todo para que os llevéis el mejor de los recuerdos –debió pensar el grupo-. Dejémonos de ñoñerías y vayamos directos al grano. Y la cosa funciona de maravilla. No se nos ocurre mejor modo de plantear una despedida. Podría haber sido un desfile de homenajes, colaboraciones y todo lo que muchas veces solemos ver en casos similares. Pero no, deja que Black Sabbath se despidan de su público como sólo ellos saben hacer.

Y la banda deja, así, constancia en pleno 2017, de que su legado es esencial para entender el metal, el heavy metal, y cualquier subgénero que se derive de todo ello. Y consta en acta que todo esto que estás viendo y escuchando en esta edición se compuso y se publicó originalmente hace más de 40 años. Así que… que luego nadie venga contándote milongas acerca de que si tal género o tal otro y tal grupo de corenosequé, con influencias de tal y cual cosa, ha inventado no sé qué milonga. Nada, dejaos de historias. Hace décadas que está todo inventado, y sus creadores lo hicieron todo antes y mucho mejor que los imitadores pro-toolizados que hoy puedan venderos humo. Si rascas bajo el barniz de las bandas más modernas, lo verás claro. Esto no es algo que digamos para desmerecer a las nuevas generaciones, ojo. Lo comentamos como alerta ante posibles vendehúmos y cuenta cuentos.

Sin embargo, hay algo que sí hemos echado de menos. No es que sea algo negativo, pero es imposible no acordarse de gente Bill Ward o Geoff Nichols. Quieras o no, forman parte del sonido del grupo por méritos propios, y fueron piezas clave de la banda. Su ausencia se nota.

Por otro lado, de las sesiones en directo en los Angelic Studios nos quedamos con el cambio total de registro. Bueno, más que de registro –porque la banda sigue haciendo lo mismo-, con el cambio de contexto. Es alucinante ver cómo el grupo funciona igual de empastado y enérgico que si estuviese tocando ante 50.000 personas. Da lo mismo, esta gente lo lleva en la sangre, independientemente de que tengan que tocar ante miles de fans, o ante un pequeño grupo de personas que está grabando lo que, básicamente, parece un ensayo de una banda profesional. En este aspecto nos recuerda a cuando hemos visto a Metallica en su local ensayando “S. Anger” en aquél DVD que acompañó la publicación del disco; o a cuando Foo Fighters han ofrecido algún concierto en la zona de ensayo de sus propios estudios. Lo dan todo, sin más contemplaciones.

Estamos hablando, pues, de una de esas ediciones que casi se hacen imprescindibles. Obviamente, si no eres fanático del grupo, es posible que haya otros directos registrados en vídeo que, quizá, sea recomendable tener antes que este, bien sea por históricos o por memorables en lo musical. Pero no cabe la menor duda de que “ Black Sabbath. The End” merece tener un hueco en la discografía y videografía del grupo, y es un episodio a tener en cuenta como aficionado a la música, ya que supone el cierre oficial, como decíamos, de la carrera musical de una de las bandas más emblemáticas del rock.