Pocas bandas pueden presumir de ser fieles a su estilo, a sus miembros, a su sonido y a sus fans ante el imparable paso del tiempo. Menos bandas pueden cumplir con todo lo anterior y sobrevivir décadas venciendo a presiones, a `haters` y al propio hastío.
Jimmy Eat World ha ganado esa batalla.
El cuarteto de Mesa (Arizona) se encamina hacia la treintena de años encima de los escenarios con la firmeza de que quien cree en sí mismo y en su propia personalidad, es muy difícil de hacer descarrilar.
Muchos podrán criticar que el estilo que imprime
Jim Adkins no ha vivido apenas evolución. Tal vez el éxito no radique en el cambio por el cambio. El estilo JEW se empezó a forjar ya desde ciertos detalles del Static Prevails, se marcó a fuego en Bleed American y ha transitado por el universo de lo conocido hasta llegar a este Surviving, décimo álbum de la banda norteamericana. Aquí tampoco os sorprenderán ritmos fuera de la `zona de confort` del amante de
Jimmy Eat World.
Precisamente dos de los temas más marcados son los que arrancan de un sonido dos pasos a un lado de lo habitual: 555 y All The Way (Stay). Ambos, que arrancan a otro paso, acaban cogiendo el ritmo de crucero que todos reconocemos. Buenos singles para presentar un trabajo con un sello de identidad tan reconocible como la voz de su frontman, pero que no por eso deja de tener interés. Tanto para los fans más fieles como para los amantes de la música con ganas de escuchar sonidos de calidad, que emanan del alma de un grupo de músicos con costumbres muy marcadas y con amor por las cosas hechas `siempre igual y a su manera`.
En realidad, casi se puede paladear cierta nostalgia de aquellos ritmos que nos movían y removían a principios de siglo y que a estas alturas todavía no encuentran herederos de la misma sangre. Aquel emo-rock buenista sigue vivo en grupos como
Jimmy Eat World y en temas como Love Never (sí, seguro que tú también has tenido la sensación de que esta canción la has oído en otros discos de
Jimmy Eat World ). Y reconozco que algunos no queremos que muera nunca.
Como cierre, la larga Congratulations, que gracias a la duración, los ritmos, el estilo y la aportación de Davey Havok (
AFI ), supone la despedida perfecta de un disco seguro, emotivo, enérgico y que no asume demasiados riesgos. Un buen disco de una banda que te va a dar lo que sabes que vas a encontrar al acudir a ella. Ya sea 1995 o pleno siglo 21.