Si un día te levantas y metes en una coctelera un puñado de polvo de carretera, unas gotas de sudor, otras pocas de sangre, algún que otro salivazo y un buen puñado de mala hostia habrás dado con la fórmula del cocktail Bottleduck. Una suerte de bebida agria, ácida y ardiente. Esto es Bottleduck, amigos, punrock a la
Rancid o
Social Distortion aderezado con una gran dosis de rock’n roll de carretera a lo
Backyard Babies y Hellacopters. Y haciendo gala de eso de lo que tantos se jactan sin tenerlo: actitud.
Curtidos a partir de las experiencias acumuladas del pasado, de todos los aciertos y todos los errores, echando mano de todo el bagaje que los años van dejando en las personas, estos cuatro tipos, Japo Shinzô, Xavi Rizzo (miembros fundadores de NoWayOut), Jurassic Boy y Joan Pistu, se juntan para hacer lo que les pasa por el forro, teniendo muy claro que nada ni nadie les va a cambiar la opinión a estas alturas. De este modo escupen cuatro canciones en este galopante EP, a base de ganas, energía y sí, como decíamos, mala leche, pero sabiendo lo que se hacen, barajando perfectamente las influencias que os citábamos, salpicado de un regusto ochenteno la mar de agradable.
No hay lugar para medias tintas, saben de dónde vienen, saben lo que quieren y hasta donde pretenden llegar. No van a pedir clemencia porque tampoco pretenden otorgarla. Bottleduck vienen a poner las cosas en su sitio aunque para ello tengan que patearte el culo.