Los años noventa estuvieron plagados de grandes discos. 1994 fue, especialmente, un año realmente prolífico en muchos géneros, y de entre la cosecha de aquella añada, de la que podemos destacar, por ejemplo, el Dookie de
Green Day o el Smash de Offspring (que serían los más cercanos a los géneros que tratamos), debemos hacernos eco obligatoriamente de un disco y un grupo que a día de hoy se considera clásico:
Weezer y su primer LP, más conocido como Blue Album.
Probablemente te suene de escucharlos en alguna sintonía de televisión, o algún anuncio, pero
Weezer va más allá… es un grupo que cabalga entre el power pop, el pop punk y, el rock de los noventa. Poseen un sonido muy peculiar, en sus inicios más pegado al punkpop, pero que con los años ha ido explorando otros territorios. Éste, su álbum debut, es sencillamente redondo. La obra maestra del grupo. No, no se trata de un disco en el que haya alardes de virtuosismo, ni composiciones intrincadas, ni experimentación, ni una producción novedosa. El disco azul es un perfecto ejercicio de inmediatez y elaboración de melodías y estribillos memorables, tratando temas de lo más cotidianos, hablando de amor, tristeza, alegría y trivialidades. Es un disco joven, casi espontáneo. Y ése es, precisamente, su secreto. A destacar canciones conocidisimas como Undone, Buddy Holly, o My Name Is Jonas abriendo disco, un auténtico himno.
Weezer saben cuales son sus limitaciones, pero explotan cada gramo de sus virtudes, de hecho, esa es una de ellas. Piensan en lo más accesible y común al ser humano, a la vida cotidiana de cada uno. Cada canción del disco tiene su encanto propio, todas tienen algo, y además son terriblemente pegadizas. Se trata de un disco indispensable, un ‘must have`, un clásico... no en vano es uno de los mejores discos de 1994.