‘The Colour And The Shape’ ya bien podría valer la pena sólo por la presencia de ‘Monkey Wrench’, ‘My Hero’ y la eterna y brillante ‘Everlong’. Pero eso, aunque sería suficiente, no haría justicia a un disco que bien valió la consagración de
Foo Fighters en 1997, la banda liderada por Dave Grohl, como una banda de rock a tener muy en cuenta. Y no haría justica por la sencilla razón de que el LP guarda alguna que otra perla que descubrir y que, pese a que con los años ahora suenan un tanto extrañas, no dejan de exhibir ese talento que ha caracterizado a
Foo Fighters para sorprender en todos sus discos. Estamos hablando de canciones como ‘Doll’, la balada ‘February Stars’, ‘Walking After You’, ‘New Way Home’ o ‘See You’, que suena muy atípica, pero muy interesante, una especie de camino abierto en el que nunca se acabaron de adentrar.
Lo cierto es que tras un debut inesperado, el futuro de los
Foo Fighters era un tanto incierto. Dave Grohl había reclutado a un grupo de amigos para dar forma real a un proyecto que había sido generado única y exclusivamente por él (y grabado por él) y que, supuestamente y tras los primeros conciertos, debía tener cierta continuidad. De modo que aquellos que se habían fijado en esta banda, mantuvieron los ojos bien abiertos para ver qué demonios podía deparar el futuro y ver cómo sería el debut real del grupo como banda que trabaja en un estudio. Y aunque el resultado fue muy bueno, la grabación de The Colour And The Shape no estuvo exenta de dificultades, ya que a mitad de la misma, William Goldsmith, batería del grupo, decidió abandonar el proyecto después de que Dave Grohl decidiese grabar algunas partes de batería por su cuenta, hecho que, meses después, hizo que entrase
Taylor Hawkins en su lugar (hasta entonces batería de directo de Alanis Morissette). Posteriormente, y tras haber publicado el disco y haber dado unos cuantos conciertos, Pat Smear, hasta entonces guitarrista del grupo, y que ya había compartido escenario con Grohl en
Nirvana , decidió abandonar la banda por diferencias con Dave, permitiendo así la entrada de Franz Stahl, quien permanecería con el grupo hasta su próximo LP.
Sea como fuere, y dejando de lado todas las turbulencias habidas y por haber, como decía, ‘The Colour And The Shape’ supuso la prueba de que
Foo Fighters eran una banda real, un proyecto con intenciones claras y con una proyección la mar de interesante que iba mucho más allá del mero hecho de ser la banda del que había sido el batería de los desaparecidos
Nirvana. Iba más allá del simple cliché. Es decir, demostraron que eran muchísimo más que eso, ofreciendo una propuesta bastante diferente a lo que Grohl había hecho en los años anteriores y ofreciendo lo que realmente importa: canciones con sustancia. No en vano, ‘The Colour And The Shape’ fue proclamado por la crítica especializada como uno de los mejores discos de los años 90, llegando al puesto número 3 en las listas del Reino Unido y al puesto 10º en los USA. Por algo será, ¿no?