No nos mintieron. Cuando tuvimos ocasión de entrevistar a
Sum 41 en Noviembre de 2010 a su paso por Barcelona como cabezas de cartel del Eastpak Antidote Tour, Cone y Stevo ya nos anunciaron que su nuevo disco, ‘Screaming Bloody Murder’, iba a ser más oscuro, intenso y duro que su (menospreciado) predecesor: ‘Underclass Hero’. Pero además de los adjetivos mencionados, emplearon otro que han repetido hasta la saciedad tanto el grupo, como prensa y fans: ‘ecléctico’, adjetivo que quiere explicar de algún modo la sensación de caos que nos embarga las primeras veces que escuchamos el LP. Y es que el quinto álbum de los canadienses podrá pecar de algún que otro punto débil, podrá gustar más o menos, pero desde luego no es un disco que se caracterice, precisamente, por la facilidad de digestión ni por estar plagado de canciones radiables y de tarareo fácil. En esta ocasión,
Sum 41 han optado por desarrollar de forma extrema el boceto de esa fórmula que introdujeron en ‘Underclass Hero’ en canciones como `Walking Disaster` o `March Of The Dogs` en cuanto a aspectos estructurales se refiere.
Así, si en su anterior trabajo encontrábamos ese tipo de temas que mostraban cambios repentinos de estructura y ritmo, en ‘SBM’ ésta es la tónica que se repite en todo el disco, exhibiendo una estructura global que bien podría ser el trazado de una montaña rusa, conformando un conjunto complicado de asimilar, pero que va ganando consistencia y sentido conforme va acumulando escuchas. No se trata de un LP que muestre las típicas dinámicas y estructuras compositivas, sino que se teje a base de cambios de tempo y ritmo brutales, pasando de partes potentes, duras y rápidas, conducidas por riffs de ecos metaleros, a partes melódicas y reposadas, donde desaparece casi cualquier atisbo de instrumentación para dejar a solas a Deryck con un piano o una guitarra. Un claro ejemplo que da un resultado glorioso sería ‘Hapiness Machine’ o ‘Holy Image Of Lies’, entre muchas otras, donde las partes más intensas nos llevan a parar a pequeños fragmentos de un minimalismo casi ridículo en comparación al compás anterior. Pasamos de una instrumentación completa a tan sólo una voz, notas sueltas de guitarra y una batería distorsionada de fondo, para re-arrancar intensamente de nuevo en un enlace hacia mitad de la canción que bien podría ser el comienzo de otra, llevándonos a otras zonas totalmente distintas al comienzo.
Por otro lado, hay tres aspectos más que también han despertado el interés general. El primero de ellos es la inclusión de una bonita balada llamada ‘Crash’ que exhibe un lado hasta ahora no mostrado por la banda. Sí,
Sum 41 ya han escrito algunas baladas, pero hasta ahora ninguna del nivel y forma mostrados en ésta, donde el piano es el instrumento principal del tema y donde nos encontramos con una melodía vocal realmente bonita que, personalmente y en momentos puntuales me recuerda a ‘Let It Be’ de los Beatles. El segundo aspecto curioso ha sido la inclusión de dos canciones que nada tienen que ver con la banda que hasta hoy conocíamos como
Sum 41. Se trata de ‘Time For You To Go’ y ‘Baby You Don’t Wanna Know’, de clarísima influencia del rock británico. En este sentido, no puedo entender cómo no han incluido en el disco el bonus track japonés ‘We’re The Same’, una de las mejores canciones del LP, compesta por Cone, y que sigue en la senda rockera de las dos mencionadas anteriormente. Y el tercer aspecto curioso y llamativo es el marcado carácter decadente que muestra la temática general del disco, de aires casi teatrales, donde, claramente, se refleja un período muy concreto de la existencia del grupo.
Así pues, sí: ‘Screaming Bloody Murder’ ha culminado las expectativas de la mayoría de fans del grupo, devolviendo al sonido de la banda esa dureza y pegada que parecía habían perdido en ‘Underclass Hero’ y que habían mostrado en discos como ‘Chuck’ y ‘Does This Look Infected?’, pero totalmente reconstruida para la ocasión. Sin duda, el futuro de
Sum 41 se plantea la mar de interesante. El tiempo dirá cómo continúan las cosas.