Foo Fighters están de vuelta, y ya teníamos ganas de volver a oírles en un nuevo disco de estudio. Y es que, pese a ser una banda que en sus inicios se gestó como un grupo de rock alternativo con influencias del grunge y el punkrock, han llegado a alcanzar en los últimos años (gracias a su progresivo giro estilístico hacia el rock que no gustó a todo el mundo) cotas de reconocimiento muy elevadas, tan elevadas como para llenar dos noches consecutivas el Wembley Stadium en Junio de 2008 y tocar así ante 165.000 personas, sin contar su presencia en otros multitudinarios festivales, conciertos que les han colocado a la altura de bandas de la envergadura de
U2, Coldplay y
Muse en cuanto a capacidad de congregación de público se refiere.
¿Y después de eso… qué? ¿Qué más puede hacer un grupo tras alcanzar ese nivel para no quedarse estancado? Pues la decisión de
Foo Fighters fue tomarse un respiro de algo más de un año en el que
Taylor Hawkins y Chris Shifflet sacaron sendos discos en solitario y Dave Grohl aprovechó para embarcarse en ‘Them Crooked Vultures’ junto a John Paul Jones (Led Zeppelin), y Josh Homme (Queens Of The Stone age), para posteriormente volver a reunirse y empezar a trabajar en este nuevo LP con energías renovadas y ganas de reinventarse. Después de dos discos de rock de estadio, han optado por mirar hacia atrás, tomando como referencia descarada la estética sonora de esos primeros años y primeros discos que parieron a mediados de los 90, optando por grabar un LP de forma totalmente analógica, sin empleo de técnicas digitales ni ordenadores y realizando esas grabaciones en un estudio improvisado en el garaje de la propia casa de Dave Grohl bajo la supervisión de Buch Vig, todo ello con el objetivo de plasmar lo mejor posible las once canciones que componen ‘Wasting Light’ que, simplemente, puede ser uno de sus mejores discos desde que publicasen ‘The Colour And The Shape’ en 1997. Y sí, lo es por el simple hecho de que esta colección de temas es realmente brillante, inspirada e inspiradora. La primera mitad del disco, que abre con ‘Bridge Burning’, es casi perfecta, con cinco canciones que van directas a su catálogo de clásicos. A tener en cuenta: ‘Rope’, ‘Dear Rosemary’, personalmente mi favorita y que cuenta con la colaboración de Bob Mould (ex - Hüsker Dü), ‘White Limo’ y ‘Arlandria’, canción donde llegan a tomar referencias, precisamente, de ‘Queens Of The Stone Age’, ejemplificadas en algunos riffs que muestran ese toque progresivo... meros detalles que se repetirán en alguna parte concreta del LP, como en Back & Forth.
Pero no se me malinterprete, porque el disco no acaba con Arlandria, ya que pese a que a partir de aquí el grupo baja un poco el pistón, nos encontramos con canciones como ‘Miss The Misery’, la intimista y maravillosa ‘I Should Have Known’ (que cuenta con la colaboración de Krist Novoselich en el bajo y que hace clara referencia a su pasado) e incluso ‘Walk’, que supone un excelente cierre a este LP. Parece, pues, que
Foo Fighters, en cierto modo, se han reencontrado con aquello que fueron en los 90, dejando un poco de lado esa vertiente más ‘masiva’ que tantos fans les han criticado en los últimos tiempos, pero sin arriesgar tampoco demasiado, dicho sea de paso.
Sin duda, para muchos va a ser otro de los candidatos al top 10 de este 2011 junto a bandas como
Social Distortion,
Sum 41 o
Dropkick Murphys. Al menos de momento, claro está…