Es difícil no mostrarse un poco escéptico cuando te dicen que el hijo adolescente de un tipo como
Billie Joe Armstrong (frontman de Green Day) toca la batería en un grupo de punkrock y va a sacar un disco bajo el sello
Adeline Records (propiedad, a la postre, de Billie Joe). Ya, ya sé lo que muchos estaréis pensando o habréis pensado: este chaval es un hijo de papá, un pijo y un consentido al que su padre se lo paga todo. Bueno, qué duda cabe que estos chicos lo tendrán relativamente más sencillo para comprarse (o tomar prestado) un buen equipo, grabar y editar su disco que el resto de mortales, algo que no está al alcance de todo el mundo, pero más allá de eso y de cosas que desconocemos, o mejor dicho… por encima de todo eso están las canciones que, en este caso, tienen algo más que decir, al margen de relaciones familiares.
En un primer momento, y como decía, yo también me mostré muy escéptico con todo esto. Simplemente porque todos conocemos casos similares, pero una vez te aventuras a escuchar su disco debut, titulado ‘Don’t Be A Dick’, empiezas a cambiar tu punto de vista o, al menos, la concepción inicial que tenías del proyecto. Es más, es probable que, como un servidor, acabes sorprendiéndote de lo que oigas. Vamos a intentar hacer una aproximación con respecto al sonido de esta banda. ¿Qué pensarías si te dijese que ‘Emily’s Army’, como así se llama el grupo, recuerda al punkpop de principios de los 90?, ¿qué te sugiere que te diga que se ha generado muy cerca de la zona de Berckley?, ¿y si te digo que me recuerdan mucho al sonido ‘Lookout’?. Vale, igual no acabas de ubicarlo. Seré un poco más concreto: Emily’s Army mama directamente (y paradójicamente, en pleno siglo XXI) de aquellas bandas de finales de los años 80 y principios de los 90 que, como en el caso de
Green Day, se gestaron en
California al amparo de sellos independientes como Lookout Records. Más claro agua. Lo mejor de todo esto, es que se trata de chavales adolescentes que ni llegan a los 18 años (de hecho la media ronda los 16), que se hallan en medio de la era digital y de modas que poco recuerdan ya a aquella escena (ni estética ni musicalmente), y sin embargo, aquí están ellos, haciendo algo que recuerda mucho a cosas que se hicieron hace 20 años. ¿Es o no es admirable en los tiempos que corren?
Para ejemplo un botón, en cuanto des con canciones como ‘West Coast’, ‘I Want To Be Remembered’ o ‘Satutory Brain Rape’, entre otras, vas a empezar a tener reminiscencias de los
Green Day del ‘1039 Smoothed Out Slappy Hours’ y del ‘Kerplunk!’. En otras, como ‘Burn Apollo’ o ‘Strictly For The Birds’, te recordarán a ‘One Man Army’ o ‘Generation X’, que, como ya sabemos, son bandas de referencia dentro del punkrock y el punkpop de hace ya unos cuantos años. Además, uno de los puntos (muy) a favor de este proyecto es que Billie Joe, quien ha producido el disco, no lo ha enfocado como algo limpio y superproducido, sino más bien al contrario. El disco suena punk en la producción, cada instrumento suena en su lugar y bien conjuntado, pero sin efectos secundarios ni capas, bien mezclado pero sin adornos innecesarios, incluso puedes escuchar fallos por aquí y por allí, alguna ida de tempo e incluso algún desafine vocal ínfimo, que dan la impresión de estar escuchando a un grupo en directo. O mejor dicho, que dan naturalidad, realismo y credibilidad al conjunto. No se trata de pasar por alto errores, sino de mantener la frescura y naturalidad del momento, se trata de mantener aspectos que convierten al rock en algo sincero y verdadero, no en algo plastificado y producido hasta la náusea.
Sinceramente, me alegra y sorprende saber que hay chavales de esta edad que continúan practicando este tipo de sonido a las alturas que estamos. Y lo mejor de todo, que son capaces de escribir un disco como este, con una actitud y referencias como las que han mostrado en ‘Don’t Be A Dick’. Ojalá les dure el entusiasmo, y que cunda el ejemplo.