Tony Sly , más conocido por ser el frontman de
No Use For A Name , está de vuelta con su segundo disco en solitario. Los que le sigáis desde hace ya unos años, sabréis que ha seguido la senda de ese grupo de punkrockers que, un buen día, deciden publicar una colección de canciones en acústico por su propia cuenta. Y es que Sly, aunque debutó en estas lides junto a su amigo
Joey Cape publicando un split conjunto, realmente se estrenó como cantautor con la publicación de “12 Song Program”, un LP que le sirvió para unirse a ese elenco de líderes de bandas que ya en su día se lanzaron a publicar música en solitario, como es el caso de
Chuck Ragan ,
Joey Cape o Gregg Graffin, por poner algunos ejemplos similares, aunque en otra onda tengamos también a Matt Skiba, Dan Andriano o
Dustin Kensrue , entre otros.
El caso de Tony no es, por ejemplo, como el de
Chuck Ragan , quien se desmarcó claramente del sonido de
Hot Water Music , sino que Sly guarda más similitud con su banda original,
No Use For A Name , en cuanto al modo en que afronta la ejecución de sus composiciones. Supone una evolución mucho más lógica con respecto a sus orígenes, aunque deje caer algún que otro detalle del folk americano o incluso celta, y aunque el carácter sea mucho más reposado y melódico (si cabe) que en su banda madre, existen algunos elementos que pueden despertar nuestro interés. Así pues, ¿qué es lo que viene a ofrecernos el bueno de Tony en esta segunda entrega en solitario? Pues básicamente, más de lo mismo. Y eso no es algo necesariamente negativo. De hecho no lo es, pero no ofrece nada nuevo con respecto a su primer disco. Se trata de una colección de 12 canciones en acústico con ese (ya) clásico toque melancólico y de tendencia depresiva al que contribuyen, sin duda, las letras escritas para la ocasión que, a buen seguro, son un diario o relato de las alcoholizadas historias y vivencias que Tony ha vivido durante estos años de giras con NUFAN. En ese sentido, es un perfecto sucesor de “12 Song Program”: modesto en su enfoque, sencillo en su ejecución y reposado y tristón en su conjunto. Autocrítico, pero con algunos toques optimistas dejados caer aquí y allá. Como dirían algunos, un disco de domingo, de día de lluvia, de tiempos melancólicos, pero continuista al fin y al cabo. Si te gustó su primer álbum, no hay razón por la que no deba gustarte este nuevo LP.
No obstante, aunque leyendo nuestro comentario, y observando el título del disco, pueda parecerte que esa tristeza y melancolía están sobredimensionadas en el álbum, nada más lejos de la realidad. Tony ha creado una colección de canciones simples, sin excesos, con unas letras que no caen en la exageración ni en la sobreactuación metafórica, sino que se centran en el relato sensato y directo de esas vivencias de las que hablaba antes. Se me antoja más como una necesidad personal del propio Tony, por aquello de liberarse de los demonios interiores, que no como un intento con intenciones de demostrar nada; y tal vez ahí resida el encanto de “Sad Bear”: en su honestidad y humildad. De este modo, y desde mi punto de vista, destacaría canciones como “Burgie’s, Basics and You”, “Hey God” (que te pueden recordar lejanamente a
Frank Turner ), “Discomfort Inn”, “Flying South”, “Therapy” y el corte que abre el disco, “Dark Corner”.
Así pues, sin ser nada demasiado especial, determinante o brillante, me parece altamente recomendable, tanto por la sencillez mostrada, como por la inmediatez y facilidad con la que van entrando las canciones. De hecho, bajo esa aparente sencillez, se destapa una solidez sorprendente. De modo que si eres fan de NUFAN o de los discos acústicos, no deberías dudar ni un segundo en hacerte con este LP, quizá te sorprenda.