Decir que
Silverstein es uno de los grupos más sólidos de la escena post-hardcore ya no sorprende a nadie. Igual que tampoco sorprende su sonido, con las mismas pautas de siempre, alternando los guturales y la voz agresiva de su cantante con partes más melódicas, muy cercanas al rock e, incluso, al pop. Con Rescue no han querido desmarcarse de esta tendencia y han seguido explotando la fórmula que tan buen resultado les ha dado hasta el momento.
El tema que abre el disco, “Medication”, es el ejemplo más claro de lo que comentamos. Una intro musical suave que da paso a las primeras estrofas, en las que Shane Told vuelve a demostrar su gran capacidad para alternar dos registros vocales tan opuestos y para hacerlo, además, con efectividad y solvencia. A partir del minuto tres bajan el ritmo, acercándose a tesituras más propias de una balada y completando un inicio más que aceptable.
El resto es más de lo mismo. Destacan canciones como “Sacrifice” o “Darling Harbour”, que recuperan de su anterior EP. Todo un acierto, ya que en la escucha general se convierten en dos de los mejores cortes del álbum. No menos destacables son “The Artist” o “Intervention”, con ese equilibrio entre agresividad y melodía tan típico de
Silverstein , que aparece un poco más difuminado en otras como “Good Luck With Your Lives”, “Burning Hearts” o “Replace You”, en donde el número de gritos se ve reducido casi a cero.
En esta ocasión, al igual que en A Shipwreck In The Sand, también se han querido rodear de algunos amigos. Atención a “Texas Mickey”, en donde descubrimos un acompañamiento de lujo al reconocer la inconfundible voz de
Anthony Raneri , líder de
Bayside , cerca del final.
Quizás el punto más débil lo encontremos en las letras, en donde recurren a los mismos temas que han venido tratando en cada disco anterior: el dolor, la soledad y la desesperanza ante las dificultades de la vida y de la sociedad. Un mal del que
Silverstein adolece y que puede llegar a resultar repetitivo y monótono.
Pero al final, como decía al principio, vuelve a tratarse de la misma fórmula con idéntico resultado. Nada nuevo, ninguna sorpresa, pero una consistencia y estabilidad que ya querrían tener otras bandas del género. Haciendo siempre lo mismo, sí, pero haciéndolo jodidamente bien.