Ha pasado tanto tiempo desde el último trabajo de Dikers que muchos nos preguntábamos qué había sido de ellos. Cuatro años después han vuelto a la carga con cambios importantes en la formación. En cambio, al ser Iker no sólo la voz y guitarra sino también el cerebro del grupo se mantiene la esencia del mismo. Y es que cuando un grupo tiene una cierta trayectoria llega un momento en el que sobran etiquetas y comparaciones. ‘Casi nunca llueve’ suena a Dikers. Muy a Dikers. Conserva la ya conocida combinación de potencia y melodía característica de los navarros que ha permitido a muchos encontrar en casa ese sonido que se suele buscar fuera de nuestras fronteras.
Doce pistas muy variadas completan su sexto trabajo en el que no faltan las baladas, los temas potentes habituales y canciones que recuperan el toque pop punk de los primeros trabajos. El riff de ‘Absurda realidad’ funciona a la perfección como intro y la canción, con un aire más moderno, da paso a un primer single muy directo. ‘Corazón de trapo’, sin ser uno de los mejores cortes del disco, lo representa muy bien explotando tras una intro acompañada por un piano. En ‘Dos Pasos’ levantan el pie del acelerador con un medio tiempo de los que engancha desde el primer segundo en el que Iker entona el estribillo sobre una guitarra acústica.
‘Casi Nunca Llueve’ y ‘Nada’ son dos buenas baladas marca de la casa que tienen la desventaja de partir con la enorme ‘Ronco Invierno’ como punto de comparación. El poderoso y convincente estribillo de ‘Como Un Circo Ambulante’ la salva de quedarse en una segunda versión de ‘Carrusel’, a la que recuerda mucho en las estrofas. La parte más punk llega hacia la mitad del disco y está encabezada por ‘Lo Que Queda Atrás’ que, con un toque folk al estilo
Dropkick Murphys , será sin duda la favorita de muchos. En la misma línea encontramos ‘Qué desastre’ mientras que en ‘El temporal’ Dikers vuelven a contar con la colaboración de Fredi, del grupo Da2 y primo de Iker, para jugar de nuevo con el rap.
Las letras tan características y directas transmiten, como siempre lo han hecho, la fuerza suficiente para enganchar a los más duros al mismo tiempo que encajan a la perfección con grandes melodías que atraen a los más poperos. Dikers vuelven a sonar libres, sin etiquetas ni ataduras y muy versátiles. A todo ello hay que añadirle la experiencia adquirida por Iker no sólo con el grupo sino en la producción, apartado en el que también se observa una mejoría. A lo largo de los doce temas nos encontramos con detalles que hacen que probablemente estemos ante el trabajo más redondo del grupo hasta la fecha.