Se ha dicho miles de veces (y con razón) que
Face To Face siempre han estado bastante infravalorados dentro de la hornada de punk-rock de los 90 en comparación con otras bancas coetáneas como
NOFX,
Lagwagon o
Rancid, habitualmente en boca de todos. Si nos paramos a analizar alguno de sus mejores discos, caso de Big Choice o su álbum homónimo, resulta bastante chocante debido a la calidad que demuestran. Podríamos pararnos a buscar las causas o a discutir el por qué de esta situación, pero lo que verdaderamente nos interesa es saber el nivel de forma con el que han llegado a esta nueva etapa. Si siguen manteniendo el mismo estilo de años atrás (recuperado en Laugh Now, Laugh Later) o si han introducido cambios. Si hace mella el paso del tiempo o, por el contrario, continúan en la misma línea de intensidad.
Con este bagaje nos acercamos a Three Chords And A Half Truth, su octavo álbum de estudio. Lo primero a destacar es que sí, sí han modificado su sonido ligeramente, alejándose del punk más melódico y rápido, para decantarse por un disco más calmado, con amplia presencia de mid-tempos e influencias de corte rock & roll clásico. Para que os hagáis una idea, es algo muy similar a lo que hicieron en su día
Bad Religion con The Dissent Of Man (salvando las distancias, claro). Inevitable que se nos vengan a la cabeza bandas como
Social Distortion, The Who o
The Clash al escucharlo, aunque siempre manteniendo su identidad, esa personalidad propia que toda banda debe esforzarse por perpetuar a lo largo de los años.
Lo mejor de Three Chords And A Half Truth es la variedad de matices que despliega, con canciones diferentes entre sí, pero coherentes en el resultado final. “123 Drop” (con esos ecos tan Social Distortion) o “First Step, Misstep” (muy rockabilly) son ejemplos claros del nuevo sonido. En la otra cara de la moneda tenemos temas como “Smokestacks & Skyscrapers” o “Bright Lights Come Down”, que se acercan un poco a los
Face To Face que ya conocíamos.
Básicamente, no es que la banda se haya reinventado, sino que ha alcanzado una maduración lógica tras unos años algo convulsos (con separación incluida) demostrando aquello de que la veteranía es un grado. Queda saber si en el futuro se asentarán sobre estas nuevas bases o volverán al redil ultra-rápido noventero de sus primeros años. De cualquier manera, queda probado que su capacidad para componer grandes canciones sigue intacta, sea cual sea la tendencia musical hacia la que se inclinen.