Cuando nos acercamos a una nueva entrega de
Jimmy Eat World siempre nos asalta la misma sensación, esa que mezcla nostalgia e impaciencia por ver lo que hará una banda que ha parido himnos como “Sweetness”, “Bleed American”, “Futures”, “Table For Glasses” o “Work”, entre otros. Y lo cierto es que si, además, nos paramos a pensar en los hitos que el grupo liderado por
Jim Adkins ha alcanzado a lo largo de su carrera, nos sorprende que no hayan logrado alcanzar un nivel de difusión más amplio, especialmente si tenemos en cuenta discos como “Clarity”, uno de los LPs básicos del emo-rock de los años 90, o “Bleed American” (su intento de llegar a un público más amplio). Sea como fuere, muchos de los seguidores del grupo, insatisfechos con entregas como “Chase This Light” (2007) o “Invented” (2010), les ‘acusaban’ de haber bajado el pistón tras la publicación de “Futures” en el año 2004, algo que no es del todo cierto si se entiende el intento de la banda por salirse conscientemente del sonido que les venía caracterizando desde hacía ya unos años.
Así pues, lo que encontramos en “Damage”, su nuevo disco de estudio, es una especie de vuelta a lo básico. Tras la magnitud de entregas como “Chase This Light”, la banda ha optado por simplificar de nuevo la producción de sus temas, optando por la grabación analógica en cinta, con un enfoque mucho más sencillo y apegado al esqueleto de las canciones, lo cual nos ofrece un sonido global que recuerda mucho a sus momentos más dorados como banda, en torno a 1999-2004, con la omnipresente influencia del indie-rock que siempre han mostrado sin pudor, más cercanos al enfoque de “Clarity” que no de “Bleed American”, como puedes comprobar en canciones como “Appreciation”, “Damage”, “Lean” o “I Will Steal You Back”, primer single de este nuevo trabajo. Y quizá esa sea una de las pocas pegas que podamos encontrarle al disco: la falta de alguna pieza con el punch al que
Jimmy Eat World nos han acostumbrado con el paso de los años, uno de esos temas contundentes, agresivos pero melódicos, el típico single al que nos habían acostumbrado, a lo “Big Casino”. No obstante, dado el nivel general del disco, esto es algo que carece de importancia, especialmente si prestamos atención a los estribillos de cortes ya mencionados como “Damage” o “Appreciation”, por no mencionar el apartado lírico del álbum, que ha experimentado una notable mejora con respecto a las letras de entregas anteriores. Así, mientras “Invented” sonaba, quizá, un poco adolescente (curioso, sabiendo que la media de edad del grupo pasa sobradamente los 30), en “Damage” el enfoque de las letras destila madurez por todos lados. El disco se desvela como un álbum maduro, casi de relaciones rotas pero afrontadas desde un punto de vista adulto, tal y como describió el propio Adkins. Un paso adelante muy importante para afianzar unas bases que les hagan perdurar en el tiempo como la banda seria que han demostrado ser a lo largo del tiempo.
No sabemos si las composiciones están basadas en experiencias personales o no, pero de no ser así, Adkins sabe muy bien cómo meterse en el papel, porque la resultante es un disco que suena honesto y sincero. Lo más importante es que casi 20 años después de su formación,
Jimmy Eat World (al margen de si hacen emo-rock o power-pop, en realidad no nos importa) siguen aportando su granito de arena a la escena, sin dejarse influenciar por corrientes que sí han echado a perder a otras bandas y que les han llevado por derroteros que nada tienen que ver con su verdadera esencia. Sin duda “Damage” es un gran disco, mejor que su predecesor, cercano a los LPs más clásicos de la discografía de la banda, la radiografía que confirma el buen estado de salud de la banda.