La primera vez que tuvimos ocasión de escuchar a Emily’s Army, hace ya casi dos años, una de las cosas que más nos llamó la atención fue la frescura que desprendían, recordándonos a unos jóvenes
Green Day en plena época Lookout, cuando aún gozaban de una inocencia juvenil que perderían pocos años después tras la marea mediática que supuso Dookie. No en vano, el batería del conjunto es el primogénito de
Billie Joe Armstrong , y en algo ha de notarse la influencia de este vínculo. Si a eso le añadimos que este segundo LP ha sido producido por el propio Armstrong, el poso del sonido
Green Day resulta más que evidente en el conjunto del disco, aunque también se perciben ecos de bandas como
Ramones o The Replacements. ¿Nada mal, verdad?
No obstante, queridos lectores, esto podría convertirse un arma de doble filo, porque este mismo hecho, que acabó antojándosenos en su primera entrega como algo muy espontáneo, fresco y genuino, puede acabar perjudicándoles en un futuro. No obstante, que no cunda el pánico, porque la propuesta de este nuevo LP no se ha quedado estancada en lo que hicieran en su disco debut, “Don’t Be A Dick”, sino que han incorporado influencias del rock más garajero y el sonido californiano del punkpop de toques surf más veraniego (véase “I Am The President”, que parece haber sido extraída de la última trilogía de
Green Day ). En esta ocasión, de hecho, las guitarras suenan algo menos distorsionadas, y se percibe un mejor trabajo melódico en las voces y en las partes de guitarra que, pese a no ser un alarde de técnica (ni falta que hace), muestran un muy buen gusto a la hora de incorporar arreglos y punteos por aquí y por allá, como puede observarse en "Elephant", "Digital
Drugs " o “Avenue”, que se desvelan como temas simples, breves pero 100% melódicos y efectivos; o “Kids Just Wanna Dance”, que nos muestra un regusto ramonero la mar de agradable. Sin embargo, en cuanto a la temática de las letras, como es lógico, no hay que buscar aquí la profundidad de las mismas. Acorde con la edad de sus miembros, el apartado lírico habla de los problemas con los que se encuentra un adolescente que está a punto de cumplir los 18 años. Ni más ni menos, y en este gran saco incluimos todos los tópicos propios de la edad: chicas, fiestas y ganas de pasárselo bien.
Así mismo, uno de los aspectos que se perciben a mejor desde el inicio de este LP es la mejora global de su sonido. Mientras que en su primera entrega sonaban más cercanos a su propia realidad, la de un grupo de amigos inexpertos que se juntan en un local de ensayo para pasárselo bien, en esta ocasión suenan mucho más empastados. Se nota que han tenido tiempo para rodar las canciones en ensayos y, sobre todo, en los conciertos que han ido protagonizando por su zona.
Nuestro consejo es que no te dejes llevar por el hecho de que uno de sus miembros sea hijo de
Billie Joe Armstrong , ni por el hecho de que éste haya producido el LP. Simplemente déjate llevar y disfruta de un disco de punkpop que parece haber sido parido específicamente para escuchar en verano, sin más pretensión que la de pasárselo bien. Esperemos que la ‘fama’ o el reconocimiento no les eche a perder y que sigan en la senda del rock’n’roll, porque practicar este tipo de sonido en pleno 2013, en medio de toda la mediocridad musical que nos rodea, no deja de ser un ejercicio de atrevimiento musical notable. Y es que no deja de ser curioso que un grupo de adolescentes se hayan decidido a hacer un tipo de música que es tan vieja como ellos mismos. Admirable.