Cuando conocimos la noticia de que
Bowling For Soup , además de tener la intención de abandonar las giras internacionales, habían emprendido un proyecto de financiación colectiva (más conocido como crowdfunding) a través de PledgeMusic para hacer frente a los gastos de grabación del que iba a ser su nuevo trabajo discográfico, una sensación muy extraña nos recurrió el cuerpo, pensando quizá que la banda había atravesado por momentos mejores en el pasado. Quizá sea así (lejos queda la época de “Drunk Enough To Dance”), pero también es muy probable que el grupo haya decidido tomarse una temporada más tranquila en su carrera para afrontar su futuro desde otra perspectiva. No serían el primero ni el último grupo en dejar un poco de lado el frenetismo de la industria o en limitar sus giras y promoción a su país de origen. Todo parece indicar que se trata más de lo segundo que de lo primero, y de que además tenían ganas de convertir el proceso de grabación del disco en una experiencia abierta para los fans, que han estado recibiendo información y contenido extra a lo largo del proceso como premio a los que han efectuado algún tipo de donativo. Y la respuesta de estos ha sido tan buena, que la banda ha dispuesto de dinero suficiente para ofrecer distintas opciones a lo largo del periodo creativo.
Periodo que como es lógico, ha acabado con la publicación del duodécimo disco de estudio del grupo que, como era de esperar, continúa en la línea artística que la banda ha venido demostrando en los últimos… ¿desde siempre? No, de nuevo no vamos a encontrar aquí la quintaesencia del rock (¿o sí…?), pero es que eso es algo que a
Bowling For Soup se la trae al pairo, como así demuestran en sus letras: “no estamos aquí para cambiar el mundo, estamos aquí para reírnos de otros”. Su único propósito es celebrar la vida y sus avatares a través de la música, cantando al amor y al desamor, a la diversión, pasarlo bien y ofrecer algo a la gente que les permita desconectar de una realidad que cada día da más asco. Todo ello a golpe de estribillazos. Y la verdad es que lo consiguen, porque trallazos no faltan, como es el caso de “I Am Waking Up today”, aunque bien es cierto que quizá en esta entrega, titulada “Lunch. Drunk. Love.”, quizá han levantado un poco el pie del acelerador (en según qué momentos), pero es algo que beneficia mucho a las composiciones, todo ello sin perder ni un gramo de la esencia que les ha hecho famosos en el circuito de punkpop moderno: humor en las letras (“Normal Chicks”, un corte 100% BFS), melodías pegadizas (“Since We Broke Up”) y ese optimismo a raudales que emana por todos y cada uno de los poros de los miembros del grupo (“From The Rooftops”). Sea como sea nos volvemos a topar con la fórmula que les ha mantenido pegados a nuestros auriculares todo este tiempo: pildorazos de punkpop edulcorado con un toque de humor que pasa por los chistes más absurdos para ir a parar a frases y sentencias de lo más ácidas, que coquetean con la ironía y de nuevo el sentido del humor.
El único aspecto negativo del disco, al margen de que no lo hayan sacado en junio, está en la segunda mitad del álbum. Mientras las 10 primeras canciones mantienen un nivel bastante alto dentro del estilo que
Bowling For Soup vienen desarrollando desde hace 20 años, los dos últimos cortes, la cosa pierde un poco de fuelle. Quizá sea la presencia del medio tiempo “How Far Can This Go”, o que el disco empieza realmente bien y se mantiene alto de forma constante, pero la impresión que tienes cuando escuchas el disco de cabo a rabo es como de que se va desvaneciendo ligeramente hacia el final, salvo en momentos como “Right About Now”, otro pildorazo marca de la casa.
Pero en cualquier caso, y en esta ocasión más que nunca, han hecho lo que les ha dado la gana, y como el propio Jaret canta en “From The Rooftops”: “sigue a tu corazón, y a los demás que les jodan” (por cierto, uno de los mejores temas del álbum). Esta gente parece incombustible. Y nosotros tan contentos. Puede que sea lo mejor que ha sacado el grupo desde “Drunk Enough To Dance”.