Tal y como ocurre en muchas otras bandas, los últimos años en la carrera de
Saves The Day se han visto irremediablemente influenciados y conducidos por la situación personal de Chris Conley, frontman del grupo, que habiendo experimentado un periodo vital de depresión y crisis existencial, decidió junto a sus compañeros de grupo (una vez iniciada la recuperación) escribir una trilogía de discos con la que dar salida a todos sus problemas, una suerte de catarsis mental terapéutica que le dejara curado y vacío de malas vibraciones. Así, y tras haber cerrado una trilogía ciertamente oscura,
Saves The Day está de vuelta con un LP que se despliega ante el mundo como una nueva ventana abierta a un nuevo día, por la que se cuela la brisa fresca y se lleva el ambiente viciado de la noche.
Liberado de una carga como lo es la depresión, Conley vuelve a desarrollar letras, melodías y ritmos vivos, frescos, con punch. No es un retorno a nada, porque desde que la banda iniciase su andadura en 1994, las cosas han cambiado demasiado como para esperar otro “Through Being Cool” o “Stay What You Are” (sus disco más admirados) o para esperar temas como “Freakish” (aunque “Lucky Number” nos recuerde un poco a éste), pero sí que es cierto que se respiran ciertos aromas que nos recuerdan, aún de lejos, a aquella época en la que abrazaron el punkpop desde una perspectiva que les situaba, en principio, más cerca de bandas como Sunny Day Real State y el emo rock de finales de los 90. En el disco, que no es un LP rompedor en términos de estilo, encontramos interesantes momentos como en “Xenophobic Blind Left Hook” o “The Tide Of Our Times” y sus cambios de dinámica, o “Remember”, el corte que abre el álbum y que marca el espíritu del mismo, y probablemente la mejor canción de todo el disco. Como decíamos antes, tras la introspección y rabia contenidas en la anterior trilogía la banda se revela más luminosa y optimista, sin abandonar ese deje melancólico en las melodías que tanto ha caracterizado al sonido de
Saves The Day a lo largo de su carrera, presente en estribillos de temas como la ya mencionada “Remember”, “In The In Between” o “Beyond All Of Time”. Pero además han logrado empaquetar todo el contenido en poco más de los 33 minutos que abarcan los 11 cortes que forman el disco, algo que provoca las ganas de volver a recuperar algunos de los temas tras las primeras escuchas. Algo positivo, sin duda.
El único ‘pero’ que algunos pueden encontrar a este nuevo LP es su tranquilidad. Es cierto que hay algunas canciones en las que se imprime un ritmo un poco más frenético que en otras, pero en general se desprende una agradable sensación de suavidad, dulzura y despreocupación que va a hacer las delicias de los amantes más veteranos del powerpop y poprock, todo ello aderezado con algunas pinceladas y guiños a su época más punkpopera, fíjate si no en la estupenda “Ain’t No Kind Of Love”, que parece arrancar con un estribillo puro y duro, para llevarnos a un terreno ligeramente distinto a lo esperado, cambiando ligeramente la tonalidad de la base melódica.
Así, y a modo de conclusión, si antes intentábamos disipar la esperanza de aquellos que quizá se acerquen a este disco esperando una entrega como “Through Being Cool”, queremos ahora puntualizar al respecto, comentando que aunque la banda se ha reinventado a sí misma a lo largo de todo este tiempo, bien es cierto que han logrado incluir guiños a un pasado que todos, en mayor o menor medida, guardamos con cariño en el recuerdo. Sirvan como muestra, de nuevo, la ya mencionada “Lucky Number” o “Xenophobic Blind Left Hook”, por poner un par de ejemplos obvios. En cualquier caso, y teniendo en cuenta la época que el grupo ha atravesado a través de las vivencias de su frontman, es digno de admirar que hayan sabido sobreponerse a ello, resurgiendo de entre la oscuridad y la catarsis con un disco sencillo, directo, breve, pero plagado de buenas sensaciones.