Si hay algo que
The Swellers han demostrado a lo largo de sus primeros 4 discos es su capacidad para disimular sensaciones de lo más amargo bajo una capa de punkpop y rock que parece edulcorar algunos de los temas más amargos y nostálgicos en la vida de cualquier persona. Lo mejor, con esta nueva entrega, es que su condición de independientes tras abandonar Fueled By Ramen les ha hecho recuperar un sonido menos pulido, pero más directo y natural. Más honesto. Volviendo quizá al planteamiento del “menos es más”, huyendo de la producción excesiva y yendo directamente al grano en canciones que, básicamente, se sostienen sobre un esqueleto simple, sin adornos, pero de una contundencia tan obvia que te darás cuenta en cuanto comiencen los primeros compases de “Should”, corte con el que la banda abre el álbum.
Y precisamente este retorno a lo básico es algo que el grupo ya adelantó en su anterior EP, “Running Out of Places To Go”, publicado nada más abandonar su antiguo sello. Donde ya pudimos comprobar que el hecho de desterrar cualquier artificio y exceso en producción favorece a un estilo de composición que, básicamente, no necesita nada de eso, ya que proviene desde lo más profundo de las entrañas de la banda. El resultado en su conjunto suena más rockero, menos apegado a la etiqueta “punkpop”, y más abierto y espacioso en cuando al planteamiento de las estructuras de las canciones, que en esta entrega respiran de un modo tan natural que da la impresión de estar escuchando a una banda ensayar de forma relajada un domingo por la mañana en su local de ensayo. Es el sonido de un grupo de músicos que, lejos de ahogarse en un vaso de agua y dejarse llevar por el pesimismo de una escena que no les ha concedido el reconocimiento que merecen, han decidido progresar como banda, crecer y acomodarse en un nuevo punto de su carrera que, a buen seguro, les está reportando más de una satisfacción. Tanto es así que tengo la impresión de que este nuevo disco podría ser el mejor con el que iniciarse en esta banda y el mejor hasta la fecha, ese con el que empezar a escucharles e indagar en su carrera. Razones hay de sobra, como “Friends Again (We Can’t Be)”, “Should”, “Big Hearts”, “Becoming Self Aware” (atención a la honestidad de la letra), “Favorite Tune” y el resto de canciones que conforman un tracklist de 10 temas en el que no vas a encontrar ni un solo ‘pero’.
Con todo esto en mente, creo que estamos en condiciones de reafirmarnos sin miedo en la opinión de que, por todas las razones expuestas y muchas más que encontrarás al escuchar este disco, podemos estar ante el mejor trabajo de su carrera. Es cierto que quizá no muestra tanto la vena punkrocker de sus inicios, pero la flexibilidad que eso les ha dado a la hora de elaborar melodías supera con creces todo lo demás. Tanto es así que cuando lo escuches se te va a hacer muy corto. Diez canciones de este calibre, tan bien perfiladas, tan melódicas y sinceras pasan en un santiamén. Pero ahí está parte de la magia de este disco. Su redondez radica, como ya hemos explicado, en lo bien construidas que están las composiciones, en la sinceridad que destilan y, sobre todo, en la capacidad de condensar lo esencial. Una capacidad que les coloca en una posición digna de admirar y que merecería, sin duda, un grado mayor de reconocimiento.