Ningún fan del punkpop debería autoproclamarse fan del género sin haber escuchado ni tener en su posesión “Idle Will Kill”, uno de los mejores discos de punkpop/punkrock que se hayan publicado en la frontera de los años 90 y 2000, obra de los ya desaparecidos
Osker. Una polémica banda que, por muy desapercibida que haya podido pasar por estos lares, dejó una buena hornada de deudores en el panorama punkrockero. Grupos que, posteriormente, imitarían su fórmula para dar con un sonido potente pero emotivo al mismo tiempo, ese tipo de sonido que se inyecta en vena grandes dosis de pop. Y algo debían tener cuando Epitaph les incluyó en sus filas.
Y lo que tiene el trio californiano, es un buen puñado de canciones, divertidas y con un toque emotivo, que te enganchará desde las primeras escuchas, y desde los primeros cortes. Se nos viene a la cabeza la breve, pero doblemente buena, “Patience”, que abre el disco. Ya desde el comienzo del mismo te darás cuenta de que, al mismo tiempo que hay un buen puñado de bandas que, como decíamos, son deudoras directas de
Osker, ellos, a su vez, les deben mucho a grupos como
Screeching Weasel,
Descendents o los
Jimmy Eat World del disco homónimo o el “Static Prevails”, por poner algunos ejemplos que resultan más que obvios. Así, en comparación a “Treatment 5”, su primera entrega, “Idle Will Kill” se desvela como un disco más elaborado y melódico, más alejado del “rabioso” primer LP; algo que no pareció gustar demasiado a los seguidores de la banda. Y algo que, a su vez, no importó demasiado a la misma. Con este segundo disco, el grupo hizo lo que quiso hacer en ese preciso momento, sin importar lo que algunos sectores de sus fans estuviesen esperando de ellos, casi como una exigencia. Y bien que nos alegramos, porque acabaron elaborando un disco de punkpop que, en la época, se alejaba de la imagen prefabricada del género que ofrecía la MTV. Así, hay un buen puñado de temas que no van a dejarte indiferente, como “Patience”, mencionada anteriormente; “Piece by Piece”, “Strangled”, “Contention”, “Motionless”, o “Disconnect Disconnect”, entre otras, donde el carácter melancólico-emotivo que desprende el álbum, se mezcla magistralmente con un toque enfadado -eco de su primera entrega- que da como resultado un sonido que, en ocasiones, recuerda al emo de segunda generación.
Es decir, que lo que nos encontramos con “Idle Will Kill” es un disco que cabalga a lomos de diversos géneros. Enmarcado de forma genérica –y quizá injusta- en el punkpop, por su carácter melódico, acaba desvelándose como un LP más complejo de lo que cabría esperar de un disco tipo de ese género. Impredecible en ese sentido. Y lo cierto es que al final, una vez paladeado, si eres capaz de poner en perspectiva el álbum con respecto a su época y contexto, te darás cuenta de que, en cierto modo, fue un disco atípico en medio de un entorno en el que predominaba un tipo de propuesta mucho más despreocupada. En ese sentido, el álbum suena fresco, intrincado, con más chicha de la que en un principio puedas pensar sacarle, original y fresco con respecto a la corriente (o corrientes) predominantes en aquellos años.