No hay nada como ser el ojito derecho de alguien en la industria; bien sea de un medio, de algún manager reputado o de vete tú a saber qué agencia. Nada como un buen padrino. Eso, o tener una buena cantidad de billetes que te permita pagarte una grabación de gran calidad, así como la contratación de los servicios de quien sepa y pueda colocar esa grabación en boca de todos. Así funcionan las cosas en la industria: hoy te hago un favor, mañana me das tu alma si es preciso. No hay duda de que el caso de We Are The In Crowd va por esos derroteros, porque de lo contrario, sería incomprensible que una banda como ellos haya tenido el apoyo incondicional y casi exagerado de medios como Kerrang!, ensalzando algo que está frito, refrito, recalentado y mil veces pasado por el mismo colador; mientras, al mismo tiempo, se dejan en el tintero a otras bandas que, de una forma bastante evidente, les pasan muy por encima en cuanto a originalidad y riesgo artístico se refiere. Y mira, dicho sea de paso, de esto ya estamos un poco hartos.

Podría parecer que tenemos algo personal en contra de esta banda, y no hay nada más alejado de la realidad que eso. Ellos, en la medida de lo posible, hacen lo que pueden… o lo que les dicen que hagan, y claro… más allá de eso no se puede rascar, porque de donde no hay, no se puede sacar. Como ya adelantábamos en la reseña de su primer trabajo, el grupo funciona muy bien en su rol de continuar con un legado de bandas de pop-rock de lo más comercial, que han sido creadas al a sombra de Paramore. Por aquello de aprovechar el tirón, ya se sabe. La fórmula ya no es un secreto: una vocalista que, sospechosamente, calca algunos giros vocales de Hayley Williams; canciones simples con estribillos pegajosos (con esa sensación de haber sido escuchados una y otra vez antes), y una producción pensada con mucho cuidado para ser algo que, aunque algunos se empeñen en etiquetar como punk, pueda ser radiado sin que la vecina del quinto se asuste.

Así, el producto resultante –y sí, hemos dicho producto-, acaba sonando como un pastiche que navega en aguas neutras, cogiendo un poquito de aquí, otro poquito de allá, y empaquetándolo todo bajo un manual de estilo que echa para atrás. Lo que peor nos sabe es que, pese a todo, seguimos insistiendo en la idea de que We Are The In Crowd , como grupo, tiene algo que decir. El problema es que sus talentos son utilizados para empaquetar algo que se queda en lo superficial, cuando en realidad podrían estar desarrollando algo mucho menos genérico, más original. Es obvio que los seguidores del grupo y de este tipo de bandas, van a disfrutar de lo lindo, porque si disfrutaron de su disco debut, “Weird Kids” –que supone su segundo trabajo-, no es más que un disco continuista 100%.

Quizá el aspecto positivo esté en que Tay, su vocalista principal, parece haber arriesgado un poco más con su interpretación vocal, estirando su rango y ofreciendo unas interpretaciones menos planas, aunque la sombra de la señorita Williams continúe omnipresente en todo momento. Eso, y que en esta ocasión, quizá, hayan dado más peso al juego de voces masculina y femenina si lo comparamos con su primera entrega. En cualquier caso, siguen sin exprimir todo el jugo que este tipo de coqueteos pueden llegar a dar.

En definitiva, estamos ante un disco que plantea más de lo mismo. Un trabajo sin riesgo, bastante neutro, con algún momento de lucimiento personal en lo que a su vocalista se refiere, pero que acaba antojándose más como un refrito de multitud de detalles que ya hemos oído una y otra vez, empleando los mismos recursos que emplean sus coetánemos más comerciales.