Algo tendrá
The Creepshow para lograr contentar a fans de tan diversos palos dentro de la escena alternativa. Una suerte de banda de corte rockabilly (sería más exacto decir psychobilly, por su temática, estética y ritmo), con influencias de horror punk y partes más melódicas y rápidas que los acercan al punk-rock más actual. Life After Death es su cuarto álbum de estudio, pero el primero con su nueva vocalista, Kenda, tras la marcha de la carismática Sarah Blackwood. Esta circunstancia, lejos de haber supuesto un problema, ha acentuado el carácter del grupo al elegir una voz femenina tremendamente parecida sin que a penas seamos capaces de notar el cambio. Es decir, han cumplido con nota la transición, algo que, por cierto, ya habían hecho en sus inicios tras la salida de Jen (hermana de Sarah).
Así, Life After Death destaca por su línea continuista, lo que, hablando de este grupo, es todo un acierto. Letras y sonidos algo sombríos, terroríficos y macabros, propios del género; combinados con mucha energía, ganas y buen hacer (tanto intrumental como vocalmente); hacen del disco algo muy agradable de escuchar, sólido, a ratos divertido y pegadizo, con lo que no es extraña la creciente acogida que ha tenido la banda desde sus inicios hasta ahora. La clave está en el buen gusto, incluso me atrevería a decir la clase, que tienen para combinar todos los estereotipos del psychobilly y salir no sólo airosos, sino triunfantes de ello.
Hay momentos brillantes, a destacar “The Devil’s Son”, un tema siniestro y sexy, “bluesero”, donde quizás sí se percibe que la voz de Kenda es más dulce que la de su predecesora, pero encajando a la perfección en el estilo
The Creepshow. De hecho, estoy segura de que canciones de Life After Death podrían ser incluidas en discos anteriores sin que percibamos la diferencia. Esto habla bien de la estabilidad que mantienen con cada nuevo trabajo, aunque quizás algunos lo perciban como monotonía. Sin embargo, como ya he dicho, creo que en este caso es un acierto continuar apostando por la misma fórmula. Hay algo atractivo en ellos que te hace querer seguir escuchándolos.
Podríamos hablar también de su facilidad para combinar registros más modernos y agresivos (ojo a lo punk que suena “Last Call”, cantada por su contrabajista Sean “Sickboy” Mcbay, o al pegadizo estribillo de “Failing Grade”) con otros mucho más clásicos (“Born To Lose” es puro rock & roll). Es parte de su esencia y demuestra la calidad que tienen para tocar diversos palos y, aún así, no desviarse del camino marcado. Tienen muy claro lo que quieren hacer y se nota.
Si eres más de punk clásico o hardcore, que no te eche para atrás ninguno de los prejuicios que puedas albergar hacia este género.
The Creepshow son un grupo a tener muy en cuenta. Siguen siendo oscuros y tétricos, pero también potentes y cañeros. Tienen energía para dar y regalar (esos coros brutales), buenas vibraciones y melodías muy pulidas y trabajadas. Son, hablando claro, un grupazo al que deberías dar una oportunidad.