La verdad es que, cuando hace unas semanas, accionamos el botón de reproducción para disponernos a escuchar “Wolverines” -el nuevo trabajo discográfico de
I Am The Avalanche -, lo primero que nos impactó fue el riff que abre el disco, perteneciente a “Two Runaways”, corte que da inicio a este álbum; y nos impresionó por la grandiosidad que desprende, y por lo ‘rollingstoniano’ que suena. Como si lo hubiera parido el mismísimo
Keith Richards. Bien es cierto que ni
I Am The Avalanche ni “Wolverines” tienen algo que ver con los Rolling Stones –o… sí-, pero nos pareció la mejor forma de dar inicio a este LP, una excelente forma de resumir en unos pocos acordes lo que vas a encontrarte en el álbum; tanto es así, que casi al instante pensamos… “vale, dar comienzo a un disco de esta forma no puede ser más que un anticipo de que tenemos entre manos algo muy bueno”.
Y lo es. “Wolverines” es un gran disco afrontado con naturalidad y el mayor grado de simpleza posible. Habrá muchos, y es inevitable, que sigan pegándoles en la espalda la etiqueta de punkpop –craso error-, pero lo cierto es que la banda ha dado un giro muy pronunciado hacia un sonido que apuesta por el rock en el sentido más amplio de la palabra, sin pensar siquiera en aquello de intentar encasillarse en un estilo a base de clichés. Es decir: que lo que prima aquí son los riffs y los estribillos, cosas que vas a encontrarte a mansalva. Y qué estribillos, dicho sea de paso –presta atención a “The Shape Im In” o “Where You Were”, por poner algún ejemplo al margen de la ya mencionada “Two Runaways”-. Auténticos himnos en mayúscula que dejan bien claro que para este LP -que la banda ha tardado en publicar tres años-, han trabajado de lo lindo con la intención de obtener las mejores canciones, de modo que todas y cada una de ellas aporten algo al conjunto. No hay lugar para rellenos, la selección de temas es matadora, y si a eso le añadimos la brevedad del LP -poco más de media hora para diez canciones-, el resultado no puede ser mejor. Ya se sabe: lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Es curioso, porque pese a estar ante un álbum eminentemente melódico y con ecos al rock más clásico, es probable que sea uno de los discos más punks en términos de sonido –muy en la onda del sonido que ha logrado
Against Me! en su último trabajo, por mencionar una referencia reciente-. Algunos afirmarán que la producción está cuidada, es cierto, pero ha sido afrontada como el medio –y no el fin- mediante el cual llevar a cabo una mezcla y una definición sonora sencilla, sin generar capas y capas de sonido y, sobre todo, sin eliminar ni un ápice de aspereza al conjunto. Y eso es bueno, porque tal y como comentó el propio
Vinnie Caruana (vocalista del grupo), este LP fue compuesto durante su convalecencia debido a una lesión de espalda, transmitiendo parte de aquel sufrimiento a sus canciones, algo que hubiese sido un crimen perder en el proceso. En definitiva, estamos –probablemente- ante el disco más cohesionado y sólido del grupo. Y eso se debe a que la banda entró en el estudio cuando fue estrictamente necesario, cuando estuvieron plenamente convencidos de que las canciones habían pasado ya un proceso completo de pulido previo a su grabación. Cuando ellos quisieron. Sólo así se explica la redondez del álbum.
Así pues, si hay una cosa que queda muy clara con “Wolverines”, es que
I Am The Avalanche saben muy bien cómo presentarse ante el mundo. Han logrado dar forma a un sonido que hasta el momento, podemos decir, aún estaba en desarrollo. Y el resultado es un huracán sónico, melódico y contundente. U disco de rock presentado sobre una base punk, que demuestra el nivel de maduración de la banda -muy bien llevada, por cierto-; fruto de la lucha incansable de un grupo y de sus miembros, que llevan peleando de forma conjunta por un proyecto en común desde hace tiempo, dejando al margen cualquier adversidad, y tomando de aquellas lo estrictamente necesario: lo que te ayuda a crecer.